sábado, 20 de diciembre de 2008

Un poco de economía - 4º parte -

Vamos a ver como a través de la creación de deudas externas gigantescas e impagables el sistema se va perpetuando y asfixiando a los pueblos que caen en sus garras, a la vez que subvierte el concepto de economía y la manipula según sus propios intereses.
Este resumen que he hecho del libro, “el enigma capitalista”, y entregados en cuatro postes es el referente a la parte del funcionamiento del sistema, en el resto del libro hace un poco de historia, lo cual es tan o aún mas importante que la primera parte ya que nos da apellidos de familias “tradicionales” en el negocio usurero, la participación de ciertas instituciones como la masonería en las revoluciones burguesas que permitieron la vigencia legal del sistema etc.
Este libro esta bueno para darse de que los cuentos que nos venden las “teorías liberales” como algo sagrado o las teorías marxistas como algo contestatario cuando en realidad las dos son productos de un mismo sistema sinárquico internacional.

Juan Martín Ledesma

LA SUBVERSIÓN DEL ORDEN ECONÓMICO NATURAL

“Napoleón ha sido descrito por muchos historiadores superficiales como un simple conquistador, apenas un “condottiero” sólo preocupado en lograr posiciones de renombre y fortuna para él y su numerosa familia. Como dice Yockey su filosofía del Estado ha sido ignorada. Pero sus ideas económicas fueron claramente expuestas por él a sus fieles Caulaincourt y Las Cases que, en su “Memorial de Santa Elena” reproduce la siguiente frase del Gran Corso: “La Economía es Producción, no Comercio, se basa primordialmente en la Agricultura; secundariamente en la Industria, y finalmente en el Comercio Exterior”.
Creemos sinceramente que es imposible mejorar esta definición de la Economía, genial en su simplicidad. Es evidente que lo primero, lo esencial en el Sistema Digestivo de una colectividad organizada, o sea, en una Economía Nacional, es conseguir que el cuerpo de esa entidad orgánica exista, es decir, se nutra.”

“No cabe duda de que nada de lo anteriormente dicho pretende ser denigratorio para la Industria. Si la Agricultura es imprescindible para existir, es decir, para sobrevivir, la Industria lo es para vivir, materialmente hablando”

“Finalmente, en el orden económico natural, enunciado por Napoleón, sigue el Comercio Exterior. La finalidad del Comercio Exterior consiste en importar de otros países lo que no puede producirse -o se produce demasiado caro- en el propio, y exportar al Extranjero los propios excedentes que allí se puedan necesitar. Como decía Napoleón: “La Agricultura es el alma, el fundamento del Imperio; la Industria procura la comodidad y la felicidad material del Pueblo: el Comercio Exterior es la superabundancia, y permite el libre cambio del exceso de la Agricultura y la Industria”

“La idea napoleónica respecto a la Exportación consiste en qué los exportadores -salvo casos excepcionales- se las arreglan por sus propios medios. Esto es lógico. La Exportación es la superabundancia; es el lujo. No hay nada de malo en el lujo, siempre que sea honradamente ganado, claro es. Pero es irracional sacrificarse por el lujo. Y precisamente es lo que se hace a diario, y a escala mundial, en el absurdo Sistema del Patrón Oro y el Capitalismo Internacional. ¿Por qué?
Pues por que, contrariamente al Sistema Natural, orgánico, de la Economía, el Capitalismo, la Alta Finanza, con sus transferencias de créditos a los países extranjeros que pueden proporcionarle mayores beneficios, logra desposeer a los mercados nacionales de su capacidad adquisitiva, obligando así a los productores a exportar los artículos que no tienen posibilidad de vender -por artificial escasez de medios de compra- en su propio país. Así, el comercio exterior viene primero y si languidece, en la situación dada, en la circunstancia económico-financiera actual, el país se arruina. Industria y agricultura quedan incondicionalmente subordinadas a las exigencias del mercado de exportación. En última instancia, el obrero y el campesino pasan igualmente a depender del mercado exportador, pues una subida de salarios influiría en los costos de producción y ello repercutiría desfavorablemente en las posibilidades de colocar los productos nacionales a en los mercados extranjeros. Por tal razón, la natural política económica seguida por Alemania a partir de 1933 provocó tan tremenda reacción por parte de la Alta Finanza Internacional. El Gobierno Alemán, al coartar paulatinamente la facultad de los banqueros privados de conceder créditos, es decir, de crear dinero, logró estabilizar los precios. Al mismo tiempo, y como medida complementaria indispensable de cara a su Comercio Exterior, dejó libres los cambios de divisas, dejó que sus exportadores se defendieran solos, aunque contando -eso sí- con el respaldo de una moneda, el Marco, que se basaba, no en el Oro, sino en el Trabajo de un pueblo laborioso, inteligente y tenaz. Y eso es lo contrario de la práctica financiera a escala internacional, que exige:
a) Una escala de precios móvil, que se obtiene mediante la inflación y la deflación crediticias, origen de los llamados ciclos económicos, gracias a los cuales la Finanza obtiene fabulosas ganancias y, paralelamente, omnímodo poder.
b) Unos cambios exteriores fijos, que sólo se cambian cuando así conviene a los mercaderes del Dinero.”

“¡Qué infame parodia de lo que debiera ser un auténtico y sano comercio normal! ¡Se explota, se esclaviza a otros países con grandes sumas de crédito financiero que ya no puede ser prestado en el propio país, para ser empleado en alguna parte para que reporte beneficios a los señores del Oro, cuando los stocks del país desbordan y todos están deseosos de consumir lo que han producido! La exportación financiera por el crédito al Extranjero no es comerciar honradamente con otros países, sino forzarles a contraer obligaciones; es un timo, un engaño destinado a sacar provecho de la creación de Dinero a escala internacional y, en fin, es un medio ladino para llegar a dominar a otro país al que se ha hecho llegar a la Deuda. La Deuda bancaria que es, por definición, impagable, a menos de contraer, para cancelarla -temporalmente- una nueva Deuda, mayor que la anterior. ¡Y esto lo presentan los apóstoles del Sistema como una contribución al entendimiento entre los pueblos! Pero ¿qué vemos por todas partes? A escala mundial, gobiernos de nobles naciones disputando cual verduleras suburbiales por la posesión de mercados, creando tensiones pre-bélicas. ¿Y a escala nacional? Pues a escala nacional, en todos los países ocurre lo mismo. Los industriales claman por rebajar, directa o indirectamente, los salarios, con objeto de ser competitivos en los mercados exteriores. Estallan huelgas. Los patronos, cuando pueden, responden con “lock-outs”. Como es natural, los obreros se enfadan con sus patronos. Los patronos, con sus obreros. Pero unos y otros están en manos de desconocidos financieros, que son quienes controlan la cantidad de dinero que existe en el mercado. En esas circunstancias, una gran parte de la población obrera se quedará sin trabajo, a menos que los salarios se reduzcan, lo que es materialmente imposible. Y si no se reducen -directa o indirectamente- muchísimas empresas quebrarán, y de todas maneras los obreros se quedarán sin trabajo. Y cuando en fin una gran parte de la Sociedad -obreros y patronos, agricultores y jornaleros- se han arruinado, entonces el horrendo ciclo Prosperidad-Crisis-Prosperidad-Crisis, puede volver a empezar de nuevo. En tan trágicas circunstancias, ¿puede alguien sorprenderse del odio entre las “clases”? ¿O de los obreros contra los patronos? ¿O de los patronos contra los obreros? ¿O de las naciones entre sí?
Nadie ve el verdadero enemigo. Nadie ve al Gran Parásito. O no lo quiere ver. Nadie parece querer darse cuenta de que la raíz de todos los males económicos se halla en las falsas promesas de pagar puestas en circulación a interés por los Parásitos. Nadie parece querer admitir que si el dinero, a escala mundial, fuera verdadero, y no falso, no habría necesidad de fijar los cambios ni de hacer los tremendos esfuerzos que se hacen para impedir una demanda de Oro superior al diez por ciento del que se ha prestado. Así se subvierte el orden económico natural. Y se arrojan a pueblos contra pueblos, naciones contra naciones, razas contra razas, para que sobreviva el más monstruoso sistema de robo que la mente humana (?) ha logrado concebir para establecer la tiranía de esa aquelarre de brujas que es la Finanza Internacional.”

LA DEUDA

“La mejor definición de nuestro sistema financiero la ha dado, a nuestro juicio, el escocés Comandante Douglas, según el cual se trata de “un sistema encaminado a la creación de deudas impagables” 1 y nos permitiríamos completarla añadiendo: “... y precisamente porque son impagables todos los estados del mundo quedan permanentemente sujetos en las garras de dicho sistema”.
Cuando hablamos de Deuda no nos referimos, claro es, a la deuda que puede contraer un particular, o una entidad privada o pública, con respecto a otra persona u otras entidades, sino al sistema en bloque, según el cual, todo dinero que existe es una deuda contraída con el sistema bancario. Cualquier persona, en el mundo Occidental, que tiene en su cuenta corriente, un millón, por ejemplo, de unidades monetarias cualesquiera, puede creer que efectivamente las tiene, si eso le hace feliz. Pero de hecho, no tiene más que unos cuantos miles, como máximo, pues aunque es su cuenta bancaria ese millón aparezca como un haber suyo, en la cuenta de otro banco aparecerá como un debe, como una deuda, porque ese dinero fue creado como una deuda.
Y si en un momento dado todos los impositores de un país fueran a sus respectivos bancos y exigieran, en mano, bien la totalidad de sus imposiciones en dinero constante y sonante -es decir, en moneda legal-ténder, bien un recibo, legalmente autenticado ante notario, especificando que el dinero que ingresaron en sus cuentas corrientes se halla invertido en tal o cual empresa o ha sido prestado al propio Estado, se encontrarían con la desagradable sorpresa de que lo máximo que recibirían, (en dinero o recibos auténticos) es un diez por ciento de su dinero. Y esto en el mejor de los casos, pues a poco que los bancos se hubieran “disparado” en su emisión fiduciaria, sólo recibirían alrededor de un cinco por ciento. Es decir, que en nuestro loco sistema, el trabajo humano, las mercancías y los servicios, se pagan en lo que los franceses llaman “monnaie de singe” (moneda de mico), es decir, en algo puramente inexistente.”

“El Dinero, que debiera ser MEDIDA, es DEUDA. Y Deuda impagable.
¿Por qué impagable? A causa del interés.
¿Cómo puede pagar el mundo más dinero del que ha sido creado como préstamo? ¿Cómo va a pagar 109 si sólo existen 100? Y esos 100, además, sólo existen “in abstracto”. El mundo no es un milagrero.
¿Cómo se resuelve, pues, éste problema? ¿Como puede sobrevivir un sistema cuyos resultados crean fatalmente tal problema?
La respuesta es sencilla. El problema no se resuelve; se aplaza, se pospone, y se logra que subsista mediante la aplicación de todo un complejo de subterfugios, paliativos y expedientes, a saber:
a) Mediante las quiebras y bancarrotas de empresas.
b) Recurriendo a suspensiones de pagos, y ventas por debajo del precio de coste, con objeto de obtener dinero líquido.
c) Lanzándose a la loca carrera de la Exportación, en la que es imposible que todos ganen, pero es muy probable que todos los exportadores pierdan cuando, para mantenerse en carrera, debe recurrirse al “dumping” lo que arruina, además, el mercado interior de los importadores.
d) Con la práctica del sabotaje, es decir, el freno a la producción. Y, como corolario de todo el edificio...
e) Mediante la creación de nuevo dinero-Deuda, es decir, de más deudas impagables.
Con las quiebras y el “dumping” se engendra la miseria, y el paro obrero. Con la exportación a cualquier precio surgen rivalidades nacionales que pueden provocar guerras. Con el sabotaje a la producción se frena el progreso. Y con la permanente creación de Dinero-Deuda viene la tiranía sobre individuos, pueblos y naciones: sobre el mundo entero. Los mismos estados modernos, que tan puntillosamente suelen ser en todo lo que atañe a los “signos externos” de su soberanía, se hallan totalmente sujetos al funesto sistema y, por vía de consecuencia, a los beneficiarios del mismo, es decir, a la Finanza Internacional.”


LA PROSTITUCIÓN DE LA ECONOMÍA ANTE LA FINANZA

“En este maldito sistema, el poder que logran los bancos a través de sus funciones de inventar, desarrollar, comprar, vender, regular, aumentar, disminuir y destruir Dinero es tremendo. En una época en que, además, prima el Materialismo más desenfrenado y zafio, tal poder es prácticamente absoluto. La Finanza Internacional posee el Oro, y como sobre éste se apoya el Dinero, posee el Dinero; al poseer el Dinero, posee el Poder. El poder de elevar a la cumbre a cualquier mediocridad política, alzada sobre un pedestal de dinero que financiará su campaña electoral; el poder de hundirla, al retirarle su apoyo, cuando convenga. El poder de influenciar, más aún, de determinar, la línea de los grandes medios informativos, que sólo son negocio merced a la publicidad, hermana bastarda de una Economía natural y legítima. En una palabra, un poder total y absoluto: EL PODER, con el que soñaron, sin llegar jamás a alcanzarlo, los más tiránicos autócratas.”

“El “modus operandi” se manifiesta a través de los ocho siguientes escalones:
1) Los beneficios de los patronos y el pleno empleo de los obreros dependen del nivel de precios.
2) El nivel de precios depende de la cantidad de dinero en circulación. . . .
3) La cantidad de dinero circulante depende de los préstamos de los bancos privados.
4) Los préstamos de los bancos privados dependen de los depósitos en el banco “central”.
5) Los depósitos en el banco “central” dependen de los préstamos hechos por dicho banco al comercio exterior.
6) Los préstamos del banco “central” al comercio exterior dependen del movimiento del oro.
7) El movimiento del oro depende de los cambios de moneda extranjeros.
8) Los cambios de moneda extranjera dependen de las manipulaciones de la Finanza Internacional.
Moraleja:
El banquero internacional empezó a prestar sus promesas de pagar a importadores y exportadores. Sus promesas de pagar fueron causa de una salida de oro. La salida de oro hizo que el banco “central” cancelara sus préstamos. La cancelación de los préstamos del banco “central” hizo que la banca privada cancelara los suyos. La cancelación de los préstamos de la banca privada fue causa de que los precios se hundieran. El hundimiento de los precios trajo como consecuencia el hundimiento de los beneficios. El hundimiento de los beneficios produjo una baja de salarios, y, en muchos casos, el paro obrero.”

“Entonces el país pudo producir más barato y el banquero internacional no tuvo que cumplir sus promesas de pagar, dando dinero auténtico por ellas, después de todo. Y así pudo obtener, cuando volvió la normalidad, tras haberse arruinado millones de sus conciudadanos, un quince por ciento de interés por el préstamo de nuevas promesas de pagar. Lo cual está muy bien, teniendo en cuenta que todo ese tinglado se hizo con el dinero de los demás y que, en un mundo cuerdo, él sería un pobre diablo con los bolsillos vacíos. En vez de ello, es el detentor de un irresponsable poder; presidentes y soberanos son monigotes que él maneja de acuerdo con los designios de una demente política milenaria. El, y sus congéneres, han logrado prostituir a la Economía Mundial. Esa prostitución se lleva a cabo en el Burdel de las Mentiras:
La mentira de que un hombre que ha prometido pagar diez veces más dinero del que posee podrá cumplir su promesa.
La mentira de que una pérdida de oro es desastrosa.
La mentira de que los cambios de moneda extranjera deben mantenerse fijos, y alterarse sólo cuando los bancos “centrales” lo deciden.
La mentira de que un país vive, sobre todo, gracias a su comercio de exportación.
La mentira de que un poder adquisitivo elevado en el mercado doméstico es nefasto por que puede perjudicar a los precios del mercado de exportación.
La mentira de que los salarios elevados son un peligro para dicho mercado exterior.
La mentira de que un país que no exporta más de lo que importa está viviendo por encima de sus propios medios.
La mentira de que el remedio contra la super-producción consiste en la destrucción de cosechas, el sabotaje de la Máquina y el paro obrero.
La mentira de que el dinero es una mercancía y no un instrumento de medida y cambio.
Y, en la cúspide de esa pirámide de mentiras, como colofón lógico de las falsas premisas en que se apoya, la Mentira de que un hombre, una comunidad, un país, todo un mundo; pueden arruinarse por haber trabajado demasiado, mientras el Hambre empieza a hacer su aparición cuando los stoks de toda clase de mercancías han llegado a su punto más alto.
He aquí el resultado mágico del Capitalismo Internacional. Desmoralización general; destrucción del ahorro; proletarización de las clases medias; endeudamiento colectivo; salvaje presión de los impuestos; descrédito del concepto del Trabajo y laica canonización de los “listos”; tiranía anónima de una caterva de indeseables y supresión paulatina de todas las libertades en aras de una teórica Libertad sin contenido alguno. Ese camino de calamidades conduce, inevitablemente, al Paraíso en la Tierra ofrecido por Satán: al Capitalismo de Estado, el mal llamado “Comunismo”, falso contrario del Capitalismo, y en realidad su hijo natural.”

lunes, 3 de noviembre de 2008

Un poco de economía - 3º parte -

Esta parte que seleccione acá habla de como el sistema del patrón oro muy “de moda” a principios del siglo XX servía a los intereses del sistema financiero internacional y como los bancos centrales, lejos de defender los intereses nacionales, fueron solo un invento para regular un poco los prestamos bancarios y evitar lo mas posible las hecatombes financieras generadas por dicho sistema usurero.

Juan Martín Ledesma

A ESCALA MUNDIAL...


“Una vez trazado el esquema de las actividades del banquero “nacional”, es decir, del hombre que inventa un dinero que no existe, pero al que extrae un interés que hace pagar a sus conciudadanos, convendría ahora, observar la otra vertiente de las actividades bancarias.”

“El banquero “internacional” abre créditos a firmas que se dedican al comercio con países extranjeros: compañías importadoras o exportadoras, fletadores, navieros, agentes de aduanas, compañías de seguros, etc. Le interesa a este banquero que el volumen del comercio exterior se mantenga a un buen nivel, para preservar la aceptación de sus préstamos. Es evidente que cuando los colegas de este señor, los banqueros “nacionales” se hallan a principios o a mediados del ciclo inflacionario, es decir, que están concediendo abundantes créditos y queda aún lejos el fatídico cociente 9, el volumen de las exportaciones tiende a disminuir, ya que las gentes pueden comprar las mercancías que se producen en el propio país, y éste sólo exporta sus excedentes. En ese caso, el banquero “internacional” tiene interés en que los “nacionales” reduzcan sus préstamos. En realidad, él hace lo mismo que el “nacional”, es decir, concede créditos a empresas relacionadas con el comercio exterior, e incluso a países extranjeros, para que compren en el propio.”
“Por consiguiente, cuando el mercado interior se halla en plena prosperidad, o sea, en plena inflación crediticia, el banquero “nacional” recibe todo el apoyo, o el “crédito” de su colega, el banquero “internacional”. Y cuando a la prosperidad sigue la cíclica crisis, o sea la deflación monetaria, el banquero “nacional”, conforme va cancelando sus créditos, va abriendo una parte de éstos en favor de su colega “internacional”, que financia las exportaciones y que, además, en esas circunstancias, recibe la ayuda de la asustada Administración Pública, que ve en la Exportación un medio de procurar trabajo a las masas que se están impacientando. Aparecen entonces las desgravaciones fiscales, las primas a la exportación y demás tipos de apoyo directo e indirecto. Podrá argumentarse que la Administración no tiene porqué reaccionar de esa manera y, en vez de coadyuvar al timo bancario, nacional o internacional, puede poner coto a sus actividades, impidiendo la creación de dinero incontrolado, a escala nacional e internacional, y creándolo ella misma, de acuerdo con el volumen de mercancías que se hallan en espera de ser consumidas. El argumento es muy bonito y totalmente válido en otro mundo o en otras circunstancias. En este mundo, y en estas circunstancias, DINERO SIGNIFICA PODER, y como el Dinero y, lo que es muchísimo más importante, la facultad de crearlo, es de la Finanza, resulta que la Administración se halla al servicio de aquélla, y no al revés, como debiera ser.”

“Y bien sabe cualquier funcionario público, por altísimo que sea su rango, que cualquier veleidad de independencia suya frente a los poderes omnímodos de la Finanza pondrá en marcha un mecanismo que empezará por una campaña de prensa en contra suya y terminará por una carta de su superior jerárquico “agradeciéndole los servicios prestados”. Dicho superior jerárquico deberá actuar así, por estar ligado él mismo al Sistema, o por constarle que, de apoyar a su subordinado, él perderá, con toda seguridad, las próximas elecciones.”




EL PATRON ORO

“Todo el mundo ha oído hablar del Patrón Oro. Pero nadie ha sido capaz de dar una explicación clara de lo que es.”

“Antes de la aparición de la Máquina, los metales preciosos -la plata y, más corrientemente, el oro- servían de instrumento de cambio. Precedieron a la aparición del papel moneda y, en aquélla época, que podemos denominar de Escasez, o, al menos, de relativa Escasez, servían el propósito que se les atribuía.
En la actualidad, las monedas nacionales están basadas en el Oro. Es evidente que, en una Economía sana, debieran basarse en lar mercancías, pero esto no conviene a los intereses de la Finanza.”

“Está claro que mientras alguien controle la provisión de oro y sólo sobre éste pueda crearse dinero, ese alguien controlará el monopolio del dinero.”

“La mejor definición actual sobre el Patrón Oro le han dado, a nuestro juicio, Colbourne y el escocés Douglas: “El Oro es una medida internacional de cambio”. Admitimos que es una definición corta y, sobre todo, poco completa, pero es que no puede decirse nada más que sea exacto. Si acaso, puede añadirse que en épocas de Escasez, al ser de difícil obtención y aparecer con lentitud las mercancías en el mercado, podía cumplir su misión, muy imperfectamente, pero, en fin, podía servir. Pero en la actual Epoca de la Abundancia, el Patrón Oro, objetivamente hablando, no puede ser definido más que como una incongruencia. En la actualidad, las monedas de todos los países no debieran tener más Patrón que el Trabajo.”

“Hemos dicho que el Oro es una medida internacional de cambio, y vamos a ilustrarlo con un ejemplo sencillo y corriente de comercio internacional. Empecemos por precisar que, como el dinero oficial, es decir, el papel moneda de una nación, se basa en el oro que ésta posee, cuando una cantidad importante de oro sale de un país, inmediatamente se substrae de la circulación papel moneda por el valor del oro en cuestión. En otras palabras, una cantidad de poder adquisitivo desaparece del mercado doméstico, cantidad igual al oro que sale del país. Tal desaparición de poder adquisitivo provocará una caída en los precios y frenará el “boom” o la prosperidad antes de que se convierta en un peligro para los banqueros. Esto es práctica corriente en todos los países y por eso se considera que es un desastre el descenso de las reservas de oro -lo que se produce cuando las importaciones superan a las exportaciones- pues ello significa que la Balanza de Pagos está en déficit.”

“supongamos que un banquero suizo presta mil millones de francos suizos al gobierno colombiano para que éste compre un par de centrales térmicas. Y supongamos también que los italianos las producen más baratas que los industriales suizos. ¿Qué sucederá, entonces? Pues sucederá que los colombianos comprarán las centrales térmicas a Italia; técnicos italianos se desplazarán al altiplano de Colombia, con el material correspondiente, procederán al montaje de las centrales, y el banquero suizo pagará a los italianos. Pero el pago deberá hacerse en liras, toda vez que los francos suizos, en principio, no les sirven para nada a los italianos. En pocas palabras: el banquero deberá comprar liras con francos suizos, y entonces las liras subirán, serán más caras, y los francos suizos bajarán, serán más baratos, en el mercado de divisas. Y eso, ¿por qué? Pues porque, como es bien sabido, cuanto más sube la demanda de una mercancía -y el dinero, para un financiero es una mercancía- más sube su precio. De manera que si las liras suben demasiado con relación a los francos suizos, resultará más ventajoso para el financiero usar sus francos suizos para comprar oro y luego utilizar ese oro para comprar liras. Y, en tales circunstancias, el oro saldrá de Suiza. Entonces, mil millones de francos suizos, en billetes de banco, desaparecerán de la circulación. Y los precios bajarán. Y los salarios, también. La consecuencia de esa baja será que entonces los suizos estarán en disposición de producir centrales térmicas más baratas como las de los italianos, o más. Entonces los colombianos, o quien fuere, podrá comprar esa mercancía en Suiza, y el oro no deberá salir del país.
Las consecuencias de esta tan lógica, como funesta política financiera son las siguientes:
a) La Finanza Internacional puede enfrentar a los pueblos, unos contra otros.
b) Puede nivelar hacia abajo los salarios de las clases laboriosas de todos los países industrializados.
c) Por consiguiente, puede impedir que cualquier pueblo tenga un poder adquisitivo suficiente para comprar sus propias mercancías y obligarle a exportarlas en competencia con todos los demás países.
d) Esto significa luchar por la posesión de mercados exteriores, e, indirectamente, tal vez la guerra. A esta última conclusión llega Gottfried Feder”

LOS BANCOS CENTRALES

“El concepto del Patrón Oro es inseparable de la existencia de los llamados bancos “Centrales”, entidades que a pesar de su denominación y empaque oficial son, en realidad, privadas, dirigidas por individuos privados”

“Aunque el primer banco “central” que aparece en Europa, en el siglo XVII, es el Banco de Inglaterra, su precedente hay que buscarlo en el Banco de Amsterdam. Fundado por un judío expulsado de España, Fernández Carbajal, este banco fue el primero en dar a sus clientes un “recibo” o “vale”, que era posible fragmentar por un sistema que fue el precursor del actual “talonario” de cheques.”

“Como todos los precursores, acabó mal. El Banco de Amsterdam fue un mártir de la sagrada causa bancaria. Porque, un buen día, se declaró en quiebra.”

“La naturaleza de los bancos estriba en obtener el máximo rendimiento posible del dinero que prestan, y la naturaleza humana incita a los profesionales del dinero a tomar cada vez más y mayores riesgos, rondando temerariamente el cociente nueve en la relación depósitos-préstamos y, a veces, ocurren quiebras, aunque en ese caso, generalmente es el Estado quien acude con una moratoria para salvar la situación e impedir la ruina de los impositores y, por vía de consecuencia, salva también al banquero.
Incluso los conciudadanos del banquero que no son clientes suyos, han debido pagar entre todos, a prorrata, el auténtico desfalco cometido. Esto crea, claro es, situaciones desagradables. Como válvula de seguridad, para impedir, o dificultar al máximo, situaciones de quiebra, se concibieron los bancos “centrales”.”

“El Banco de Inglaterra fue fundado en el año 1694, por una concesión hecha por Guillermo II a un judío de Amsterdam, Manasseh-ben-lsrael. Esta concesión se basaba en otra anterior, hecha por Oliver Cromwell a Ali-ben-lsrael, también de Amsterdam. Cromwell, que había recibido el apoyo económico de los hebreos de Amsterdam en su lucha contra la Corona, pagó los favores recibidos autorizándoles a que se instalaran en Inglaterra y dieran un 4 y medio por ciento de interés a quien depositara oro en sus cajas fuertes (un interés desmesuradamente elevado) y a su vez lo prestaran al Gobierno a un 8 por ciento”

“La causa de la creación del Banco de Inglaterra fue un préstamo de un millón doscientas mil libras esterlinas a Guillermo III. Los métodos del Banco no eran nuevos; no hicieron más que seguir precedentes. Y el precedente fue la usura practicada en aquél tiempo por los orífices de Londres, que ya actuaban, clandestinamente, antes del legalmente autorizado Alí-ben-lsrael. Esos orífices, que solían prestar con un interés del diez por ciento, miraron en un principio con desconfianza al nuevo Banco, que “sólo” prestaba al 8, aunque pronto subiría al nueve, mientras los intereses pagados a sus impositores se reducirían a un medio por ciento.”

“El Banco de Inglaterra introdujo una novedad con respecto a las prácticas iniciadas por el Banco de Amsterdam. Empezó a emitir vales por la cantidad que el Gobierno debía al Banco; un privilegio concedido al Banco por un Gobierno agradecido a los servicios prestados en varias ocasiones por aquél.”

“De manera que, en agradecimiento a esos servicios al Banco se le concedió la potestad de emitir dinero. Pero dinero real, y no ya sólo promesas de pagar dinero, tal como habían hechos los “pioneros” de Amsterdam o, ya en Inglaterra, Alí-ben-lsrael con anuencia de Cromwell.
El Banco de Inglaterra -repetimos, una entidad privada- fabricaba, literalmente, dinero. Si el Banco tenía diez libras de oro en sus sótanos y prestaba cinco al Gobierno, podía fabricar un billete de cinco libras y ponerlo en circulación, y de esta manera aumentaba la cantidad de diez libras hasta un total de quince; el Gobierno, que usaba cinco y el Banco que disponía de diez, cinco nuevas y cinco viejas: y la cantidad total podía estar en circulación activa, una importante masa de dinero, sin haberse creado, aún, riqueza nueva que lo justificara, es decir, se cometía inflación.”

“Pero la función principal, la esencial, diríamos, del Banco de Inglaterra y de los demás bancos centrales que irían apareciendo en todos los países, no era fabricar dinero, sino, por encima de todo, perpetuar, con el apoyo de la Ley, el sistema bancario moderno”

“El “modus operandi” es el siguiente: El banco “central” presta a los bancos privados dinero legal ténder o bonos del Estado o cualquier otro valor totalmente seguro.”

“Los préstamos del Banco Central a los bancos privados son dinero constante y sonante, son ténder, pues aún tratándose de bonos del Estado, pueden ser cambiados inmediatamente por dinero legal. El Banco Central, como emisor, por privilegio inaudito concedido por el Gobierno, de dinero legal-ténder, pagará siempre con dinero legal-ténder a los que tengan derecho a ello. Los bancos privados, por consiguiente, prestan a sus clientes promesas de pagar dinero hasta nueve veces la cantidad de depósitos que ellos, los bancos privados, poseen en el Banco Central, de la misma manera que prestan promesas de pagar dinero hasta nueve veces superior a la cantidad que ellos poseen en caja. Para los bancos, dinero en metálico y Depósitos en el Banco Central son, realmente, la misma cosa... No obstante, existe una diferencia entre ellas. Dinero metálico es dinero metálico. Es dinero legal-ténder. Pero, como se ha dicho, los depósitos en el Banco Central son préstamos del Banco Central. Dicho Banco Central, como todos los bancos, emite promesas de pagar dinero legal-ténder. Pero puede, también como todos los bancos, cancelar sus préstamos o reducirlos de forma substancial.”

“Cuando un banco privado pierde dinero legal-ténder, también, debe cancelar o reducir sus préstamos de manera que no pueda verse en el riesgo, en ningún momento, de estar prestando promesas de pagar dinero en una proporción que exceda en nueve veces su posesión de dinero legal-ténder”

“Ese mecanismo, mediante el cual los bancos privados toman prestado del banco Central, permite a éste controlarles, aumentando o disminuyendo las cantidades de dinero legal-ténder. Ese control se hace en beneficio de todo el Sistema, pues los Bancos Centrales, en razón de su posición, su volumen, su empaque semi-oficial, sus concomitancias con los bancos centrales de todos los países -concomitancias que saltan por encima de rivalidades políticas nacionales, reales o ficticias- su posibilidad de manejar oro, en una palabra, en razón de su propia importancia, están en disposición única para ver, por encima del barullo del mercado del Dinero, cuándo sus colegas de los bancos privados se están excediendo en sus riesgos y pueden llegar a una situación límite.
Los bancos centrales son, pues, los coordinadores de las actividades de los bancos privados. Son también, la válvula de seguridad y el sello de rentabilidad de los mismos y, en fin, los manejadores del Patrón Oro, que es la clave de bóveda de todo el Sistema, a escala Mundial.”

“En 1844 se firmó, en Londres, el Acta de Control Bancario, que fue aprobada por el Parlamento británico, por la que las reservas de oro de Inglaterra se depositarían obligatoriamente en el banco central, es decir, el Banco de Inglaterra. Esto ya se hacía, en la práctica, desde casi dos siglos, pero la Finanza exigió el respaldo de la Ley, y poco después la tradicional alianza Imperio Británico-Finanza Internacional, empezaría a resquebrajarse. El tradicional legalismo anglosajón garantizaba a la Finanza sus posiciones en Inglaterra, y aquella ya se sentía libre de actuar con más flexibilidad en su política a nivel mundial. Gracias al Acta de Control Bancario, el dinero, oficialmente, quedaba en libertad de “buscar su propio nivel”, es decir, que podía invertir en el extranjero, si le convenía, si allí podía obtener los mayores beneficios dentro de un margen razonable de seguridad. Otra de las consecuencias del Acta consistía en que la exportación de oro, cuando tuviera lugar, debía provocar una insuficiencia de dinero en el mercado doméstico. De eso ya hemos hablado en el epígrafe dedicado al Patrón Oro. Esa insuficiencia de dinero en el mercado interior debe fatalmente ocasionar una baja de precios, obligando, por consiguiente, a los patronos, a reducir los salarios para poder seguir siendo competitivos.”

“La convertibilidad del papel en oro -que eso es el Patrón Oro-, y a precios regidos por la ley de la oferta y la demanda, es un sistema que debe, necesariamente, engendrar la miseria. Los industriales y los agricultores nacionales se ven encerrados en un círculo vicioso. Lo único que pueden hacer para ser competitivos es reducir los salarios de sus obreros, o automatizar más y más sus explotaciones lo que significa, a la corta o a la larga, licenciar a un número determinado de sus empleados. Pero, precisamente, por haber rebajado salarios, o reducido plantillas, ya les será muy difícil, tal vez imposible, colocar todos sus productos en un mercado cuyo poder adquisitivo ha bajado, precisamente a causa de esa baja de salarios, o de ese paro. Los productores nacionales deben orientar, hasta donde sea posible, su producción de cara a la exportación. y así, un sistema cuya finalidad original fue, teóricamente, servir a las necesidades nacionales, se orienta, por la fuerza del nefasto sistema, a la producción de artículos suficientemente baratos para poder competir, con garantías de éxito, en los mercados exteriores. Esta es la finalidad de la Finanza Internacional: el Comercio Exterior. No se permite a ningún país vivir para sí. Por el contrario, cada país debe enfrentarse a todos los demás, para que los beneficios que obtenga el Dinero sean en todas partes los mayores posibles.”

“¿En qué consiste el “juego del patrón oro”? Pues se basa en el intercambio de productos entre dos países. Los países, como los individuos, son, a la vez, productores y consumidores. Así, España puede vender naranjas y manganeso a Alemania, y Alemania, al mismo tiempo, vender maquinaria y productos químicos a España. Las naranjas y el manganeso se compensarán con las máquinas y los productos químicos. Está claro, no obstante, que este ideal equilibrio de la balanza comercial no podrá siempre lograrse de un modo rigurosamente exacto. Por ejemplo, es muy posible que las naranjas y el manganeso españoles representen un valor superior a las máquinas y los productos químicos recibidos en España, en cuyo caso, a fin de año, Alemania se encontraría con una balanza comercial desfavorable con respecto a España. ¿Cómo pueden los alemanes equilibrarlo?”

“El patrón oro ofrece una solución al problema. Los alemanes pueden enviar oro a España para saldar la deuda, porque el oro se acepta en el acto, en todo el mundo, como instrumento de pago. Toda moneda es convertible en oro a cierto tipo de cambio, y el poseedor de oro puede comprar cualquier moneda a un tipo de cambio determinado9. Este pago en oro no tendría mayor trascendencia que un simple saldo de cuentas si no fuera que todas las monedas del mundo están basadas en el oro. Si no fuera así -si todas las monedas no se basaran en el oro- España, en el ejemplo aludido, tendría más oro, y Alemania menos, pero no se produciría ningún efecto sobre los precios interiores españoles ni sobre los alemanes. Pero el efecto que, en la práctica se va a producir como consecuencia del saldo de la cuenta a través de un pago en oro, tanto sobre los precios alemanes como sobre los españoles, se fundamenta en la regla de que, cuando sale oro de un país, debe ser retirada de la circulación interior una cantidad de dinero de tal país igual al importe del oro que ha salido. Es decir, que una exportación -una salida- de oro, provoca que el Banco Central “retire” de la circulación interior billetes de banco por el valor de esa salida, con lo cual se verá obligado a reducir sus préstamos (los “depósitos en el Banco Central”) a los bancos privados, que, a su vez, deberán cancelar o reducir préstamos hechos a la industria local, y se producirá una deflación en el mercado doméstico. En otras palabras, cuando un país debe usar el patrón oro para saldar su balanza comercial -llamada técnicamente Balanza de Pagos-, se produce una contracción de la cantidad de dinero en ese país, igual a la cantidad de oro perdido.
Sabemos que la demanda, o poder adquisitivo del mercado interior de un país, depende de los créditos abiertos por los bancos a los industriales, agricultores y ganaderos del país en cuestión. Pero los créditos son -o mejor dicho, hacen función de- dinero, y la cantidad de dinero existente en un país, como ya se ha dicho, depende de la cantidad de oro existente en el Banco Central de ese país. Así se consigue que el poder adquisitivo deba depender de la cantidad de oro existente en los cofres del Banco Central. Si, de acuerdo con las leyes del retorcido sistema, debe salir oro de un país para pagar un exceso de importaciones sobre las exportaciones, se reducirá, en tal país, el volumen del dinero, de acuerdo con el siguiente ciclo:
a) Bajará el volumen de los créditos bancarios.
b) En consecuencia, bajará el volumen de la producción.
c) Lógicamente se reducirán los beneficios industriales, los salarios de los obreros y los dividendos de los accionistas.
d) También lógicamente, se reducirá la capacidad adquisitiva y, por vía de consecuencia.
e) Bajarán los precios de los productos. Y entonces se produce un círculo vicioso. La baja en los precios de los productos es causa de bajas en los salarios y, de retrueque, en la capacidad adquisitiva.
Es decir, que se ha urdido una sistema mediante el cual cuando el oro debe salir de un país, deben también reducirse los precios de los artículos de consumo y bajar los salarios.”

“esta reducción de precios hace más atrayentes -más comerciales, o más vendibles- los productos de ese país, a causa de su baratura; en lógica consecuencia, las gentes de los demás países los compran en mayores cantidades, y así aumenta el volumen de las exportaciones. El país, en cuestión se encuentra, ahora, con una Balanza de Pagos equilibrada, o incluso favorable y en condiciones, por lo tanto, de recibir oro.”

“Es decir que, en principio, el “juego” del Patrón Oro se compensa, o, si se quiere, se corrige a sí mismo. Supongamos que entra oro en un país: en tal caso, aumenta el dinero en circulación, aumentan los créditos bancarios a la Producción; aumenta la Producción; aumenta la demanda y suben los precios. En consecuencia, deben subir también los salarios, hasta que se llega a un punto en que los productos resultan demasiados caros para competir en los mercados extranjeros”

“De tal manera -pretenden los panegiristas del Patrón Oro- se consigue una uniformidad y estabilidad de precios en todo el mundo. Pero esto no es así, como demuestran los hechos. PORQUE LOS DUEÑOS DEL ORO CONSERVAN LEGALMENTE LA LIBERTAD DE RETIRARLO DE LA CIRCULACION CREANDO UNA ESCASEZ MUNDIAL.”

“En última instancia, puede demostrarse experimentalmente que ninguna falta hace el patrón oro para mantener los precios -y los salarios- estables. Más adelante hablamos del caso de Alemania, entre 1933 y 1939, en el momento en que estalla la Segunda Guerra Mundial. ALEMANIA NO TENÍA UN GRAMO DE ORO Y EL INDICE DE SUS PRECIOS VARIÓ, EN SEIS AÑOS, EN UN 0'4 POR CIENTO, MIENTRAS INGLATERRA, QUE POSEÍA INGENTES CANTIDADES DE ORO, VIÓ SUS PRECIOS INTERIORES AUMENTAR EN UN ONCE POR CIENTO EN EL MISMO LAPSO DE TIEMPO. Es más, como más adelante veremos, ni siquiera ese módico 0'4 debiera haberse producido; si se produjo fue más por causas políticas -Hitler debía tener en cuenta la situación internacional y las presiones que sufría- que económicas. De esta experiencia, así como del caso del Japón -otro país que hizo caso omiso del Patrón Oro- se deduce que el oro es completamente innecesario para estabilizar los precios, pero es necesario para los dueños del oro, pues si el mundo deja de utilizarlo, sufrirían un grave perjuicio si la gente se diera cuenta -lo que ocurriría fatalmente- que el oro, no solamente no es necesario como base de la Moneda, sino que es completamente inadecuado a tal fin, sobre todo en una época como la nuestra, en que la producción de toda clase de artículos supera en varios millares de veces la producción de oro.”

jueves, 23 de octubre de 2008

Un poco de economía 2

Acá seleccioné unos párrafos que habla básicamente sobre los orígenes de lo que se convertiría en el sistema usurero internacional y como el “crédito bancario”, que es literalmente una emisión privada de dinero, es la mayor creadora de inflación, al emitir prestamos por millones respaldadas en absolutamente nada, elevando los precios mediante dos vías; por un lado a través de la creación de medios de pagos (talonario de cheques que entregan a quien saca un crédito) por una cantidad de dinero de la cual solo tiene el 10% en sus cajas, y por el otro a través de los intereses y amortizaciones que estos cobran al prestatario, que están incluidos en el costo de producción, encareciendo los productos.

Juan Martín Ledesma.


EL GRAN TIMO

“Aún cuando el negocio bancario y su corolario, la usura, se remontan a la época de Babilonia, la Banca, en su forma moderna, apareció en Europa a principios del siglo XVII, primero en Lombardía y en Holanda, luego, inmediatamente, en Inglaterra va renglón seguido en los demás países de nuestro Continente, para aparecer en los Estados Unidos poco después de su configuración como Estado independiente.
En aquéllas épocas, los poseedores de oro y plata -metales que, por su relativa escasez, eran los más adecuados para servir de moneda oficial ténder en un tiempo, precisamente de escasez- lo entregaban, para su custodia, al banquero que los guardaba en una caja fuerte. Evidentemente, no era cómodo, ni seguro, desplazarse llevando constantemente encima el oro y la plata -o las monedas que de ambos metales más adelante se hicieron- y, por otra parte, era recomendable guardar el dinero en un banco, dotado de una sólida caja fuerte, custodiada constantemente por un guardián armado. El banquero prestaba, pues, un servicio, y por tal servicio era lógico que cobrara, decimos “cobrara”, unos honorarios.
Al entregar su dinero en el banco, los depositarios obtenían un recibo que les entregaba el banquero, y sobre tal recibo -documento, en sí, intachable- se iba a montar el mayor timo de todos los tiempos.
En efecto, el banquero era un hombre observador y pronto se dio cuenta de que la gente utilizaba esos recibos como si de auténtico dinero se tratara. Esos recibos, respaldados por dinero auténtico, hacían la misma función que el dinero, es decir, servían para adquirir mercancías y contratar servicios. Como tales recibos no eran nominativos, cualquier persona, que a lo mejor nunca había depositado dinero en el banco, podía presentarse en la ventanilla de pagos del mismo, y, exhibiendo un recibo por una cantidad determinada de dinero oficial, o legal, exigir tal cantidad en el acto. Un inciso imprescindible: decimos dinero oficial, o legal, porque esos recibos, al ser aceptados por la comunidad como medio de pago, se convertían automáticamente, de hecho, en dinero. También se dio cuenta, el banquero, de que, en promedio, los impositores sólo retiraban, en un período determinado de tiempo, el diez por ciento del dinero depositado. O dicho en otras palabras, que el noventa por ciento de sus depósitos permanecían en sus cofres, y que con el diez restante tenía suficiente para hacer frente a los recibos que se le irían presentando al cobro. La tentación era demasiado grande para el banquero, hombre cuya conciencia no sentía excesivamente el embarazo de los escrúpulos, o no podía sentirlos por sus condiciones étnicas y religiosas. Y se formuló a sí mismo la siguiente pregunta: ¿Por qué no poner en circulación más recibos, representando nueve veces más valor que el dinero que, efectivamente, tenía en su caja fuerte?”

“…multiplicó por nueve sus recibos -comprometiéndose a pagar un dinero que no tenía, o, como máximo, sólo tenía en una novena parte -y empezó a prestarlo a particulares y, sobre todo, a comerciantes, cobrando un interés por ese dinero inexistente. En realidad, más que inexistente, ficticio; pues existencia, aunque fraudulenta, la tenía, al entregarse mercancías y servicios por él. Este fue el fraude original, que ha perdurado hasta nuestros días, y que está en la raíz de todos nuestros males económicos.”

“El banquero, al proceder de esta guisa, efectivamente, ha creado dinero. Y para crearlo lo único que ha necesitado ha sido que un empleado del banco tomara una pluma, o un bolígrafo, y escribiera en el Libro Mayor del banco, una cifra cualquiera,… en el saldo deudor del prestatario. Pero, al mismo tiempo, en el saldo acreedor del mismo, se ha anotado la garantía que éste ha debido ofrecer contra el préstamo bancario. Dicha garantía, que siempre debe ser un bien tangible, una casa, unos terrenos, unas cosechas o el título de propiedad de una industria…”

“Al prestatario se le entrega un talonario de cheques, que permiten fraccionar cómodamente el importe del préstamo, luego se le carga en cuenta un interés por dicho préstamo, interés que oscila entre un cinco y un nueve por ciento en las épocas relativamente “tranquilas”, pero que puede ser mucho más elevado en las épocas turbias y la operación ha sido puesta en marcha.
Detengámonos un momento para hacer las siguientes observaciones:
a) Al poner en circulación de hecho, más dinero, que aparece en el mercado antes de que el mismo haya podido generar más riqueza, se ha puesto en movimiento un proceso inflacionario, es decir, se ha hecho perder valor al dinero que existía ya en circulación.
b) Las mercancías que, con el nuevo dinero, irán apareciendo en el mercado, llevarán su costo gravado con el interés bancario -como ya hemos dicho, de un 5 a un 9 por ciento- que deberán pagar, en última instancia, los consumidores. Nueva contribución al proceso inflacionario.
c) Mientras el banquero ha entregado sus “promesas de pagar” dinero -pues nadie, por muy banquero que sea, puede crear algo de la Nada, y así, lo que él presta no son más que promesas- en cambio, el prestario ha entregado al banquero títulos que representan una riqueza que, a parte de ser muy superior al préstamo, es real. Ha habido, pues, un notorio abuso de confianza por parte del banco. Como decíamos en otro lugar “mientras el banco dispone contra la comunidad de garantías representando una riqueza real, tal como fábricas, fincas, cosechas, etc. la comunidad no dispone, contra los bancos, de ninguna garantía. La menor tentativa hecha por los acreedores de un banco para ejercitar sus garantías contra éste, pone de manifiesto que dichas garantías, de hecho, no tienen substancia alguna. Si tales acreedores le “aprietan demasiado las clavijas” al banco, son castigados perdiendo todos sus ahorros. El banco cierra sus puertas poniendo de manifiesto que sus “promesas de pagar” son falsas promesas... a menos que el gobierno no acuda en su ayuda con una moratoria.... moratoria cuyas consecuencias serán que, al fin y a la postre, la comunidad en bloque deberá pagar para cubrir las falsas promesas del banquero”. La objeción de que esto muy raramente ocurre no tiene validez alguna. Si ocurre raramente es porque en todos los países existe un Consejo Superior Bancario cuya principal misión consiste, precisamente, en corregir las desviaciones excesivas de la permanente inflación crediticia procurando que ningún banco sobrepase el fatídico cociente 9 en la división entre los créditos abiertos y el dinero registrado en las cuentas corrientes. Y cuando, no obstante, un banco se dispara y franquea el límite de la zona de peligro, los demás acuden en su ayuda, pues la Finanza funciona como un todo, a escala nacional para lo ordinario, e internacional para los grandes problemas económicos. Pero esa ayuda, en definitiva, la pagará el pueblo, es decir, cada ciudadano o ciudadana que van al mercado, pues hemos dicho, y hay que tenerlo bien presente, que los llamados gastos bancarios se incluyen en los costos de producción. ”
“El cliente está convencido de que lo que el banco le presta son los ahorros de otro conciudadano y que por este préstamo hay que pagar un alquiler, llamado “interés”. Pero no terminan aquí las actividades del banco; en realidad, los funestos efectos de sus actividades apenas tienen relieve alguno si se comparan con lo que sigue.
Volvamos al momento en que el banco -en realidad, más que el banco o los bancos se trata del sistema bancario, pues todos actúan de manera mancomunada- ha abierto créditos representando hasta nueve veces más dinero del que realmente tienen en caja. De momento, el sistema parece dar resultado. La euforia general disimula el robo que se ha cometido. Pues es evidente que un auténtico robo ha tenido lugar; al crear dinero nuevo, el banquero, al igual que un vulgar falsificador, ha robado un poco a cada uno de sus conciudadanos y ha obtenido interés sobre el “dinero” robado. Gracias a la emisión brusca de dinero nuevo se ha podido desarrollar nueva riqueza, el comercio se halla en pleno apogeo y se ha llegado al, por todos, soñado “pleno empleo”. Cada vez que un prestatario devuelve un préstamo al banco, con sus intereses acumulados, el banco se apresura a ponerlo de nuevo en circulación. Se ha originado lo que los economistas clásicos llaman el “boom” que en los países latinos se denomina “euforia de mercado”. Los precios suben en vertical, mientras toda clase de productos se ofrecen a la venta. Pero el banquero se da cuenta de que esta subida de precios continúa sólo mientras continúan produciéndose préstamos. Cada vez que el banquero deja de hacer dichos préstamos -o, en otras palabras, de crear nuevo dinero- los precios dejan de subir, y al dejar de subir, los negocios se hunden. La posibilidad de continuar haciendo más negocios en un mercado alcista ha desaparecido. ¿Por qué? Pues porque ahora el banquero empieza a verse en dificultades, a causa de que el volumen de sus préstamos se halla ya rondando el 900 por ciento de sus reservas en caja. Ya corre el riesgo de que cualquier demanda de dinero auténtico por parte de sus impositores, que por cualquier motivo se produzca en un momento dado, ponga en evidencia, ante toda la comunidad, el verdadero timo a que ésta se ha visto sometida por parte del aludido banquero. Cada crédito que él ha abierto, representado por cheques, así como cada recibo que ha extendido a sus impositores por el dinero que le han cedido temporalmente para que los custodie, representan promesas de pagar oro y plata (en la actualidad papel moneda ténder del Estado). Es decir, que tanto sus impositores como sus prestatarios pueden exigir, de un momento a otro, dinero auténtico, es decir, oficial, emitido por el Estado, a cambio de sus recibos.
¿Qué le queda por hacer al banquero en la circunstancia dada? Sólo una cosa: cancelar una parte sustancial de los créditos que ha abierto. En consecuencia, llama a su oficina a algunos de los industriales a quienes ha prestado sus “promesas de pagar” y les invita a devolver, digamos, la mitad del crédito. Los industriales, probablemente, protestarán, no comprenderán nada ante la súbita demanda del banquero en unos momentos en que todo parece ir a las mil maravillas, pero, finalmente, en vista de la cada vez más firme insistencia del banquero, deberán devolver la cantidad solicitada. Para convertir en dinero líquido -el dinero que les exige el banquero con tan súbita celeridad- sus stocks, los industriales deberán vender como sea, es decir, deberán malvender una parte substancial de los mismos, y, al mismo tiempo, se verán obligados a forzar a un pago inmediato a algunos de sus clientes Que habían comprado sus mercancías a plazos. Toda la operación generará, en cascada, una serie de pérdidas para industriales e intermediarios del comercio y, por vía de consecuencia, provocará una reducción general del volumen de los negocios, es decir, en última instancia, el paro.
Pero éste es sólo un aspecto del caso, ya que, en muchas de las situaciones que se van creando, los industriales no logran realizar sus stocks cuándo y cómo lo exige el banquero, y éste ejecuta las garantías que contra ellos posee, apoderándose así, a cambio de nada, -pues nada más que falsas promesas les prestó- de bienes reales, que pasan, de este modo, con toda la legalidad y toda la inmoralidad del mundo, a ser propiedad del banco.
La normalidad ha vuelto. Entretanto, muchos industriales y comerciantes -más de aquéllos que de éstos- se han arruinado. Los precios de todos los artículos han subido; los salarios, por fuerza, también, pero menos que aquellos. Una gran parte de la sociedad, sobre todo las llamadas clases medias, se ha proletarizado un poco más. El único ganador, en toda la línea, es el banquero. El, que no ha hecho nada, aparte de perpetrar una falsificación de moneda en gran escala, ha obtenido beneficios inmensos, en bienes tangibles, y, lo que es más importante, ha visto confirmada su facultad de continuar creando dinero a expensas de la comunidad, lo que le convierte en el hombre más poderoso del país. Todavía más, en el colmo del cinismo, aún se permite amonestar severamente a sus conciudadanos, diciéndoles que la reciente crisis se ha producido porque han querido vivir por encima de sus medios. La sencilla objeción de que la comunidad sólo pretendía consumir lo que había producido con su trabajo, es olímpicamente despreciada.”

“La normalidad ha vuelto, decíamos. Nuestro banquero ya puede volver a poner en funcionamiento la máquina del Gran Timo. Las ovejas del humano rebaño ya se hallan prestas a ser esquiladas una vez más.”


EL CRÉDITO BANCARIO

“El crédito de una comunidad es, pues, la creencia racional en su capacidad de producir, distribuir y consumir las mercancías y servicios que precisen sus miembros. Es claro que la capacidad de hacer esas cosas depende exclusivamente de realidades como el talento de los miembros de la comunidad y su capacidad de trabajo, así como de los recursos del suelo y el subsuelo de dicha comunidad. No depende, en absoluto, del número de billetes de banco que decide imprimir esa comunidad, ni de la cantidad de oro que ese país atesore en las arcas del banco central.”

“…el dinero debe estar basado en la cifra que representa el crédito real de tal comunidad. Entonces, y sólo entonces, la apelación crédito financiero no sería ya una denominación impropia. Por el contrarío, sería el único nombre que debiera darse al dinero, ya que el crédito financiero sería, entonces, el reflejo, en billetes, del crédito real. En una palabra, las cifras reflejarían, exactamente, los hechos. En cambio, en la realidad, en nuestra triste realidad de la Miseria en la Abundancia, sucede que el crédito financiero no tiene nada que ver con el crédito real, sino que no es más que un múltiplo del oro que poseen los bancos. De manera que nuestro dinero, en vez de basarse en mercancías producidas por un trabajo honrado, se basa en el oro. Más trágico aún: a veces no se basa ni en eso, sino en una pura ficción, en la suposición de que la gente no se apercibirá de que los bancos están falsificando dinero, construyendo, sobre los billetes auténticos emitidos por el Estado, una pirámide invertida de “créditos” nueve veces mayor de lo que se supone.”

“Además, al ser emitido por el sistema bancario con la condición de serle devuelto con intereses, el crédito financiero pasa a ser una mercancía, negociable como cualquier otra. La moneda de la nación pasa a ser una mercancía, sujeta al mismo tráfico de que son objeto las mercancías, incluyendo la ley de la oferta y la demanda. La función básica del dinero, es decir, servir de instrumento de cambio y medida de las mercancías y servicios producidos por la comunidad, es así, completamente adulterada.”

“Es preciso tener muy presente que los bancos transfieren inscripciones representando dinero, no dinero auténtico, es decir, papel moneda emitido por el Estado.
Un cheque es una orden dada al Banco para que transfiera dinero -en realidad, como ya hemos dicho, inscripciones de dinero- de una cuenta a otra. El dinero, en la forma de metal o papel, es muy poco usado en los bancos. En España, el 85 por ciento de las transacciones se hacen mediante el sistema de cheques. En los Estados Unidos, el 95. La moneda se usa para pagar pequeñas facturas, para ir al mercado, para distracciones; etc.”
“Supongamos que el dinero, que vamos a llamar A, de una determinada comunidad, es un dinero sano, sin la tara de la Deuda. (Pues en nuestro extraño mundo moderno la mayor parte del dinero, creado por los bancos nace en forma de Deuda, que debe ser cancelada precisamente cuando más necesario es, o sea en el momento en que debe servir para distribuir lo que se ha producido). Pues bien, un buen día, los bancos empiezan a crear dinero-crédito, cuyos intereses, llamaremos B. Esa deuda, es decir “B”, será cargada en los escandallos de todas las mercancías. Es evidente que el dinero auténtico de la comunidad, “A”, no puede comprar lo que se ha producido, que costará “A más B”. Bueno, en realidad hay un medio. Consiste en que el banco cree más dinero-crédito al que vamos a llamar “C”. Todo sería perfecto, si no fuera que “C” nace con un hermano siamés, su interés, que llamaremos “D”. De manera que tampoco A más C podrán comprar algo que cuesta A más B más C más D. Se irá saliendo del paso a trancas y barrancas, hasta llegar el momento en que el Dinero Abstracto -que así le llaman también- superará en nueve veces a “A” . Entonces se llega al final del ciclo: el banco cancela gran parte de sus préstamos, se incauta de ingentes cantidades de riqueza real y puede prepararse el siguiente ciclo inflacionario.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Un poco de economía

Siendo nacionalista y estudiante de Cs. económicas siempre sentí como una obligación investigar y difundir lo que muchos callan y niegan, a saber, las teorías económicas nacionalistas.
Si bien no son muchos los escritos sobre la forma de ver la economía que tiene el nacionalismo, los existentes son sistemáticamente ocultados.
Por lo tanto hice, hace ya un tiempo, un pequeño resumen del libro de Joaquín Bochaca titulado “El enigma capitalista”, los cuales algunos salieron en publicaciones nacionalistas, si bien no todos.
Por eso voy a dejarles, en sucesivos posteos, las 5 partes de este resumen.

Juan Martín Ledesma.


Primera parte:

LA MISERIA EN LA ABUNDANCIA.

“La gran paradoja de la actual crisis económica -que debiera en realidad adjetivarse financiera- es que los hombres no pueden adquirir los bienes que efectivamente han producido. En otras palabras, podríamos decir que nos encontramos en una situación de pobreza en medio de la superproducción. Si consiguiera anclarse firmemente esta idea en los cerebros de las gentes, se habría dado el paso decisivo en el camino de la solución del problema. Sería, en verdad, el primer paso, el paso esencial, el demostrativo de que toda la llamada “ciencia económica” no es más que el fárrago pretencioso y vacuo de un enjambre de payasos, llamados economistas”.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.


“En el ámbito de nuestra Economía Occidental, la presente crisis se resume en los siguientes puntos:
a).- En el mundo civilizado hay suficientes materias primas, mano de obra especializada, peonaje y conocimientos científicos suficientes para satisfacer abundantemente las necesidades de sus habitantes.
b).- La pobreza y la escasez existen porque la gente no tiene bastante dinero para comprar los bienes producidos por la industria y la agricultura modernas a un precio atrayente para los productores.
c).- Cuando a uno le falta algo de cualquier cosa, el más obvio remedio consiste en crearlo, y no supone ninguna dificultad física crear más dinero.
d).- La inflación, consistente en que haya más dinero que mercancías, es, evidentemente, una calamidad, pero el aumento paulatino de dinero y mercancías de manera que el poder adquisitivo de aquél se mantenga al mismo nivel que la producción y los precios permanezcan estables no tiene nada que ver con la inflación y es, a fin de cuentas, lo que necesitamos.
e).- La maquinaria y el uso de los recursos de la Naturaleza limitan, cada vez más, la necesidad del trabajo humano, mientras que incrementan la producción de riquezas, en bienes y servicios. Por consiguiente, las personas desplazadas del trabajo remunerado por la maquinaria deben recibir el suficiente dinero para poder comprar lo producido por las máquinas que les han desplazado de su trabajo. Este dinero, claro es, no debe ser extraído del bolsillo de otras personas, aunque se haga por el invisible medio de los impuestos, pues entonces lo único que haremos será robar a unos para pagar a otros; no debemos permitir que los parados sean una carga para los que trabajan ni tampoco considerar que las máquinas son una maldición cuando debieran ser, al contrario, la bendición de la Humanidad al liberarla de muchas horas de trabajo y permitir a los hombres dedicar esas horas a actividades culturales o al tiempo libre creativo, en jardinería, deportes, excursionismo, estudio, etc.
Y esto es todo. Este es el problema.”


LA MÁQUINA

“Hasta mediados del siglo XVIII, la Agricultura y la Industria se basaban, primordialmente en el poder muscular de caballos y bueyes, y en el muscular y cerebral del hombre. Pero a principios de 1765, un escocés, James Watt, ideó la máquina de vapor, que fue acoplada al mecanismo de un telar de algodón. Acababa de empezar la revolución industrial.”

“Una vez puesta en el disparadero del éxito, ya nada pudo mediatizar el proceso de la máquina. La ciencia se convirtió en su aliada, y los asombrosos descubrimientos se fueron sucediendo, y ya no sólo en el campo del vapor, sino en el de la energía hidráulica, la electricidad, la química, los nuevos combustibles, especialmente carbón y petróleo, los gases industriales, etc. Vino luego el uso de la energía atómica, y hacia 1938 en Alemania empezaron las primeras tentativas para explotar el manantial de todo poder: la energía solar, investigaciones que fueron interrumpidas con la guerra y han vuelto a tomar auge en Francia. Hogaño, con sólo dos siglos de inventos y desarrollo, la máquina domina en el mundo. Sus asombrosas realizaciones han hecho del hombre el Señor de la Tierra, y al pasar de una época de escasez -antes de Watt- a una de abundancia -después de Watt- han modificado totalmente el planteamiento de la Economía, aún cuando los sumos sacerdotes de esta “ciencia” sigan aferrados a unos dogmas que eran, tal vez, válidos para tiempos pretéritos -en que una mala cosecha a causa de la sequía o de la plaga de la langosta ponía a un país al borde del colapso- pero que resultan ridículamente desfasados en nuestros tiempos.”

EL “MANPOWER “

“El trabajo humano, englobando al de investigadores, ejecutivos, obreros cualificados y sin cualificar recibe, en Inglaterra y América, el nombre genérico de “Manpower”.”


“Según datos oficiales, entresacados de publicaciones de las Naciones Unidas, mientras la población de los países Occidentales aumentaba en un 14 por ciento, su “manpower” se incrementaba en un 6 por ciento, en el período 1940-1970. En el mismo lapso de tiempo, su producción alimenticia subía, en valores absolutos, un 21 por ciento.
En cambio, la producción de artículos industriales y de servicios casi se triplicaba. Es imposible conocer datos exactos, y únicamente pueden obtenerse aproximados, basándose en referencias parciales y comparativas. En todo caso, también aquí la simple aritmética acude en apoyo de la tesis de que la mano de obra, especializada o no y la producción, han aumentado más, en valores absolutos y relativos, que la población total de Occidente. De todo ello se deduce la misma conclusión que se obtuvo al analizar la incidencia de la Máquina en la Economía de Occidente, es decir, que éste debería atravesar por un período de bienestar económico”.

LA BAJA DEL PODER ADQUISITIVO

“A pesar, pues, de los maravillosos progresos del maquinismo y de los adelantos, cuantitativos y cualitativos de nuestro “manpower”, nos encontramos en plena crisis, para emplear el término consagrado. Esta crisis -y todas las que la precedieron- presenta la sorprendente característica de que la abundancia general de todo lo que es necesario para la vida de los hombres coincide con una miseria general.”

“Hay excedentes de todo: de productos agrícolas, de artículos manufacturados, de carbón, de acero, de cemento, de mineral de hierro, de cobre, de estaño, en una palabra: hay demasiado de todo. ¿Por qué, pues, estas riquezas no encuentran comprador? No, ciertamente, por mala voluntad de los compradores, claro es, ya que esas riquezas no pueden ser distribuidas gratuitamente. Y ahí radica el problema: los consumidores no pueden llegar a la producción; no pueden comprar lo que se ha producido. No hay dinero...”

“¿Por qué no hay dinero? Esta sencilla pregunta tiene dos respuestas, que se complementan la una a la otra. La respuesta inmediata, pero menos decisiva. Es la que salta a la vista en seguida: podríamos calificarla de Prostitución de la máquina ante el Trabajo. La realmente decisiva, la más difícil de ver y la que sostiene todo el artificioso andamiaje de la actual Economía la calificaremos de Prostitución de la máquina ante la Finanza. De ellas nos ocuparemos más adelante. Empezaremos por la aparente, pero absurda, antinomia Máquina- Trabajo.”

“Gracias a nuestra maquinaria moderna ya las fuerzas de la Naturaleza que han podido ser sometidas al hombre, las riquezas aumentan al mismo tiempo que disminuye el número de trabajadores ocupados en producirlas. Se constata, pues, a la vez, aumento de la producción y aumento del paro. Pero como los parados, por simple definición, son los no retribuidos, dichos parados son substraídos al ejército de consumidores, y las riquezas producidas se amontonan inútilmente, y pronto se hace sentir la necesidad de frenar su fabricación, e incluso de destruirlas.”

“¿Cuál es el objetivo de la Máquina?
El objetivo de la Máquina es abastecer al mercado en la mayor y mejor cantidad y calidad posible de mercancías y servicios, ahorrando al máximo el trabajo mecánico humano.”

“es función de la máquina aligerar al obrero de la carga laboral. Es evidente que el obrero así “aligerado” se encuentra sin trabajo -o sin apenas trabajo para llevar a cabo- y que su empresa puede prescindir de él. Y no menos evidente es que si la Revolución Industrial no va acompañada de una verdadera Revolución Distributiva, o Remunerativa, la bendición que debiera ser la Máquina se transforma en una maldición.”

“El paro es la medida del progreso técnico. Y todos los esfuerzos de los productores tienden a crear más paro, por que todos ellos comprimen hasta el máximo posible sus gastos generales y, por vía de consecuencia, sus precios de coste. ¿Conoce alguien a un industrial, o a un agricultor, que no se torture constantemente las meninges para tratar de conseguir que el trabajo que hoy hacen diez obreros puedan hacerlo, mañana, ocho?”

“Y en el momento en que el paro bate todos los récords en el mundo entero, en España se anuncia fríamente que va a tomar medidas para absorberlo. Pero este Gobierno, sabiéndolo o no, queriéndolo o no, va a crear aún más parados. Y si alguien lo duda, que lea su programa de obras públicas: se va a electrificar el campo, lo que, sin duda, es, en sí, algo excelente... que se convertirá en nefasto si no se toman, simultáneamente, las medidas laborales y financieras que se imponen. ¿Por qué? Pues porque en cuanto la corriente aparece en cualquier parte, el motor no tarda en seguirle; en cuanto el motor funciona, miles y millones de brazos se cruzan. De manera que con la mejor intención de suprimir el paro, lo único que se hace, en las circunstancias presentes, es aumentarlo, en el acto o, en el mejor de los casos, a corto plazo. Y todo ello por obstinarse en volver la espalda a la solución única para el problema del paro, que consiste, por una parte en reducir la jornada laboral y, por otra, en adecuar una política financiera a la situación planteada por el creciente poderío de la Máquina, es una palabra, a hacer que el Dinero sea un medio de cambio, y no una mercancía.”

INFLACIÓN Y DEFLACIÓN

“hemos tratado de explicar las causas fundamentales de la baja del poder adquisitivo hemos hecho alusión al punto b) del Planteamiento del Problema, es decir: que “la pobreza y la escasez existen porque la gente no tiene bastante dinero para comprar los bienes producidos por la industria y la agricultura modernas a un precio atrayente para los productores”. Y, en el punto c) decíamos que “cuando a uno le falta algo de cualquier cosa. El más obvio remedio consiste en crearlo, y no supone ninguna dificultad física crear más dinero””


“el “deus ex machina” del actual sistema económico financiero, basado en el hecho de que el Dinero, concebido como medida de producción y, por ende, medio de cambio, se ha transformado en una mercancía y, como tal, debe obedecer a la ley inexorable que ordena que el precio de una mercancía es inversamente proporcional a su abundancia. De manera que, al crear más dinero, en una situación dada, reducimos el valor del Dinero que existía antes de tal creación. Insistimos en el condicionante, “en una situación dada”, al que se aferran, cual náufragos a un salvavidas, los defensores a ultranza de la Economía clásica”

“A ese fenómeno se le llama inflación, es decir, al aumento de la cantidad de dinero sin un aumento simultáneo de la cantidad en mercancías que ese dinero debe medir y cambiar. A ello aludíamos en el punto d), cuando decíamos que la inflación “es, evidentemente, una calamidad. Pero el aumento paulatino de dinero y mercancías de manera que el poder adquisitivo de aquél se mantenga al mismo nivel que la producción y los precios permanezcan estables no tiene nada que ver con la inflación”


LAS FALSAS RAZONES

“Uno de los motivos que se aducen para justificar la enfermedad económica de Occidente es la pérdida de las colonias de los estados europeos. Un simple análisis de los hechos nos demuestra que esa razón es, más bien, una sinrazón”

“La primera potencia continental en 1939, Alemania, no tenía colonias, pero Inglaterra sí las tenía, aunque en un avanzado grado de subdesarrollo, si se exceptúan las blancas Australia, Canadá y Nueva Zelanda, y, en todo caso, dichas colonias no la libraron de la Gran Crisis de 1929-1934, aquélla gigantesca deflación iniciada en el Viernes Negro de la Bolsa de Nueva York…”

“En una palabra: Alemania, sin colonias, padeció la primera Gran Crisis Económica del siglo, y también sin colonias se salió de ella, antes que los demás, precisamente por haber empezado a adecuar una reforma, o mejor, una Revolución Financiera. Al lado de la vigente Revolución Industrial Inglaterra, con colonias, sufrió dicha Crisis de la que salió, a medias, durante la Guerra Mundial -es curioso, pero nunca hay esa clase de Crisis en el transcurso de las guerras-”.

LOCALIZACIÓN DEL ÓRGANO AFECTADO

“La Economía consta, sólo, de tres órganos: la Producción, el Consumo y la Distribución. La Producción, la constituyen las mercancías y los servicios que el trabajo del hombre y su máquina ponen a disposición del Pueblo, es decir, de los consumidores. El consumo, está constituido por las necesidades, los deseos de lo menos necesario e incluso de lo superfluo, de la población. Y la Distribución no es más que el medio que permite que la Producción llegue, de la manera más idónea posible, al Consumo. La Producción también se denomina Oferta, y el Consumo, Demanda.
Digamos, antes de proseguir, que el objeto de la Producción es el Consumo. No es crear puestos de trabajo; no es equilibrar la Balanza de Pagos; no es regular los precios. El objeto de la Producción es el Consumo.”

“En primer lugar, la Producción. Podemos considerar desde tres puntos de vista: el de la maquinaria e instalaciones; el de las materias primas con que alimentarla, y el del “manpower” utilizado para supervisarla, mantenerla en uso y organizarla.”

“…de maquinaria e instalaciones hay, aparentemente, de sobras, puesto que muchas de ellas están paradas…
En cuanto al “manpower” la tendencia muestra un aumento constante…
Finalmente, refiriéndonos a las materias primas, aparte de los nuevos hallazgos de petróleo en nuestro Continente, tenemos carbón para siglos, somos los pioneros del desarrollo de la energía atómica -aún cuando, hasta ahora, los principales beneficiarios hayan sido las externas Rusia y Estados Unidos- y también de la energía solar, de la de las mareas, y en Holanda hay gas natural para toda Europa Occidental.”


“En segundo lugar, el Consumo. Ya hemos dicho que el Consumo es la Demanda, es decir, lo que mantiene la rueda en constante movimiento. No hay nada malo en el Consumo, o deseo de consumir, o, como le llaman los economistas profesionales, demanda efectiva.
…nada hay de vituperable en el hecho de que una comunidad pretenda consumir lo que ha producido, con su propio esfuerzo. Este órgano, pues, está sano.”

“Finalmente, la Distribución, que es el órgano que articula, que establece la conexión entre la Producción y el Consumo;… El Dinero es el medio a través del cual opera la Distribución. Esta definición es clásica. Pero tal vez no lo absolutamente precisa y exacta que requiere el sujeto que estamos tratando. Para nosotros, el Dinero, es el medio a través del cual debiera operar la Distribución. En la realidad, tal como suceden las cosas en nuestra enferma economía, el mecanismo operatorio de la Distribución son las Finanzas. Las Finanzas son el medio que permite -o no permite, según convenga a los financieros- que la Producción y el Consumo se encuentren.

EL DINERO

“En una época como la actual,…los que controlan la llamada opinión pública…
parece extraño que, así como en Arqueología, Historia, Filosofía, son -y no lo criticamos apriorísticamente- unos verdaderos revolucionarios, en cambio, cuando se trata de abordar el tema, de palpitante interés, del Dinero, nuestros “fabricantes de la opinión” son unos auténticos reaccionarios. Para ellos siguen vigentes los viejos conceptos de la Economía Medieval, ellos, ¡tan progresistas!”

“Para ellos, el Dinero es una mercancía, pero es evidente que el Dinero, como medio de cambio, -que eso es lo que es y no otra cosa- debe ser, por encima de todo, estable, y una mercancía sólo será estable mientras su oferta esté bien equilibrada como su demanda, y esto no le puede interesar, lógicamente, a un comerciante de dinero, pues a éste lo que le interesa es que la demanda sea muy superior a la oferta, para subir el precio de su mercancía.
¿Que es el dinero? El Dinero no es más que un medio utilizado como calculador o contador de riqueza. Como medio de cambio que es, su valor procede de su aceptabilidad. Charles A. Lindbergh, Sr., lo definió como “algo que ha llegado a alcanzar tal punto de aceptabilidad que no tiene importancia de qué metal esté hecho ni porqué la gente lo desea, pues nadie rechazará tomarlo a cambio de bienes o servicios”. También se ha dicho que el Dinero es como un boleto universal. Una empresa teatral, una ferroviaria, o de autobuses urbanos, emiten sus propios boletos, cuya posesión da derecho a utilizar los servicios de tales empresas. Pues bien, el dinero es, repetimos, un boleto universal o, dicho de otra manera, una reclamación de su poseedor contra sus conciudadanos; reclamación cuyo origen es, precisamente, un trabajo que se ha hecho en pro de la comunidad.”
“Hemos dicho que el Dinero es un medio de cambio: más exactamente, es el medio de cambio. Todos los productores emplean su tiempo y energía en proporcionar bienes y servicios útiles a la comunidad. Las cosas que producen, sin consumirlas ellos mismos, pasan a disposición de la comunidad. A cambio, reciben dinero, que es como una reivindicación sobre bienes que otros han producido. Al ser el instrumento de cambio, el dinero pasa igualmente a ser el instrumento de medida. El dinero mide la riqueza de una comunidad… Partiendo de ese indiscutible principio, el valor de una moneda debe permanecer estable. Si ello no es así y si los precios se disparan, ganando siempre la carrera que disputan con los salarios, es debido a las manipulaciones de los siniestros funcionarios. Ha llegado el momento de que nos ocupemos del “modus operandi” de esos caballeros.”

Pero eso en el próximo posteo.

sábado, 30 de agosto de 2008

26 de agosto de 1810, era fusilado Liniers

C.L.A.M.O.R.

La figura de Liniers está estrechamente ligada a la fundación de la Argentina y a un trecho decisivo en la historia de España.

Lo que sucedió en el virreinato del Río de la Plata en aquellos tiempos puede verse como una sucesión de malentendidos provocados por la dificultad en las comunicaciones. Un barco que salía de Barcelona, Cádiz o Gibraltar tardaba entre 70 y 90 días en llegar al Río de la Plata, si no era capturado por naves enemigas o piratas.

Siendo la situación española tan confusa y vertiginosa, imagine el lector cómo sería esa situación percibida desde esta tierra, supeditada a gacetas y cartas que cuando eran leídas ya eran viejas.

A Fernando VII se lo llamaba el Deseado. Los españoles de distintas creencias esperaron todo de él. A todos defraudó. Terminó lamiendo la mano de Napoleón, que lo tuvo seis años preso en un castillo del Loire. Napoleón fue, hasta 1808, personaje idolatrado en España, por encarnar el espíritu de la modernidad contra el absolutismo y la reacción.

Luego, fue receptor de odios no menos tormentosos. Liniers, por francés, fue siempre sospechado de traición hacia el Corso, y lo cierto es que el virrey lo admiraba, y le envió correspondencia (pero nunca clandestina) dándole cuenta de sus triunfos militares y de la popularidad que en la colonia había conseguido aquel francés.

Sin embargo, la lealtad central de Liniers fue hacia la corona de España, a la que sirvió treinta años. Se negó a convalidar la destitución del virrey Cisneros y su sustitución por una junta. Cuando Mariano Moreno y sus amigos decidieron subvertir el orden colonial (pero como "vasallos del mismo rey"), Liniers no los siguió y fue sacrificado. La muerte de Liniers, muerte de un inocente, fue necesaria para que la planta frágil de la revolución creciera, pero, ¿pueden ser libres los pueblos que no saben ser justos? En un cierto y cruel sentido, Liniers salvó a Buenos Aires por segunda vez.

Santiago de Liniers fue apresado en un rancho de Córdoba junto a cinco partidarios que lo seguían rumbo al Alto Perú. La Junta de Buenos Aires ordenó que fueran ejecutados. El oficial que arrestó a Liniers (luego procesado), lo torturó y le robó efectos personales. Juan José Castelli, miembro de la Junta, comandó personalmente la ejecución porque el coronel Francisco Ortiz de Ocampo, a cargo de las tropas revolucionarias, y otro comisionado de la Junta, Hipólito Vieytes, se negaron a cumplir la orden:

Liniers era muy respetado también en Córdoba. Hasta último momento, el ex virrey confió en que su popularidad lo salvaría.

El fusilamiento de Liniers, prisionero de guerra ejecutado sin juicio, fue inspirado por el secretario de la Junta, Mariano Moreno, y se cumplió en un paraje llamado Monte de los Papagayos, a dos leguas de Cabeza del Tigre, a las dos y media de la tarde del 26 de agosto de 1810. Los cadáveres, cargados en carretillas, fueron arrojados en una fosa abierta en la tierra.

Cuenta la leyenda que las iniciales de sus apellidos fueron escritas en un árbol del lugar, formando la palabra CLAMOR (junto a Liniers habían sido detenidos Concha, gobernador; Allende, coronel; Rodríguez, asesor; Moreno, tesorero, y Orellana, obispo, al que, a último momento, le conmutaron la pena).

Allí yacieron, de manera anónima, durante 51 años, hasta que se los descubrió por casualidad, y fueron devueltos a los familiares durante la presidencia de Santiago Derqui.

Los restos del amado salvador de Buenos Aires y de los cinco fusilados de Cabeza del Tigre, viajaron a España en el bergantín Gravina, para ser enterrados en el Panteón de los Marinos Ilustres de San Carlos, Cádiz, bajo una leyenda que dice: "Juntos en la gloria como lo fueron en el infortunio".

domingo, 17 de agosto de 2008

17 de agosto de 1850, fallecía el General Jose de San Martin

En este nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del general San Martín, es interesante recordar que el Libertador no solo tuvo que enfrentar a las fuerzas realistas, sino tambien, al unitarismo liberal y cipayo, encarnado en ese momento por rivadavia...



EL PLAN DEL LIBERTADOR


El plan libertador de San Martín consistía básicamente en un movimiento de pinzas sobre los españoles, haciéndolo él por mar y que al mismo tiempo un ejército auxiliar avance por el norte. Con ese fin mandó a Gutiérrez de la Fuente para que ofreciera la jefatura a Bustos (de Córdoba) para que forme un ejército con gente de las provincias del interior, y con la ayuda económica de Bs.As (del puerto). Bustos (cordobés) , pensando que su nombre sonara mal entre los porteños y con tal de ganar la voluntad de Bs.As., manda un emisario para que se entreviste con Rivadavia, ofreciendo ceder el mando a quien designe Bs.As. (...jamás permitirá mi deseo que se paralice una empresa porque no tenga el honor de mandarla...cualquiera sea el jefe prepararé todos los auxilios que estén en mi esfera sin reservar nada a tan sagrado interés – Comunicación de Bustos a Martín Rodríguez).

Pero Rivadavia estaba más interesado por las reformas burocráticas y las mejoras edilicias que en la suerte del país y del ejercito Libertador, de manera que, despilfarrando el dinero en cosas superfluas en aquellas circunstancias, dejó cajoneado el pedido de fondos, y Gutierrez de la Fuente se volvió con las manos vacías.

A raiz de las actitudes de Rivadavia y sus satélites (como los nombra el propio San Martin) el libertador dirá:“La guerra la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar. Cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, que los demás no importan” (José de San Martín)
“Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos; unidos, estoy seguro de que los batiremos; hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra de honor. Mi sable no saldrá jamás de la vaina por opiniones políticas; usted es un patriota y yo espero que hará en beneficio de nuestra independencia todo género de sacrificios…” (Carta del Gral. San Martín a Estanislao López - 1819).

San Martín armó casi sólo su propio ejército para ir a Chile y en conjunto con los Chilenos liberaron ese territorio y luego Perú. Lamentablemente no pudo completar la gesta emancipadora de América porque, sin el apoyo de su propio país, no tuvo más remedio que ir a Guayaquil y cederle el lugar a Bolívar (quien sí tenia el apoyo del suyo) para que
Bolívar concluyera la empresa. No solo se le negó a San Martín la posibilidad concluir su gloriosa gesta, sino que se posibilitó que Sucre entrase en el Alto Perú (en lugar de Bustos) “liberando de argentina” ese territorio. A pesar de todo esto, el “sapo del diluvio” (Rivadavia) figurará como un prócer con su nombre en calles, pueblos y ciudades.


El boicot de Rivadavia ( y exilio de San Martín)



Rivadavia, temeroso de que se designara jefe supremo a San Martín, boicoteó por todo los medios la reunión de un congreso constituyente en Córdoba, Ocupado en dotar de ochavas a la ciudad de Bs. As. negó todo recurso a San Martín, que libraba la guerra de independencia.

Finalmente San Martín no tuvo más remedio que ceder su lugar a Bolívar para que concluyera la gesta libertadora. Bolivar no era partidario de la segregación del Alto Perú, - talvez temeroso de la reacción argentina- pero Sucre, al mando de Bolivar finalmente formó la “República de Bolivar” (Bolivia).

San Martín dejo Perú, cruzó la cordillera y se recluyó en retiro en su chacra de Coria (Mendoza) Un emisario de Bs.As. (el Dean Zavaleta), le hizo saber que la gran dificultad para reunir el congreso era su permanencia en el país (por recelos de que se lo designase Jefe Supremo) San Martín decide su viaje a Europa, pero antes de llegar a Bs.As Estanislao López le advierte sobre el plan para asesinarlo. No obstante la advertencia, San Martín pasa por Bs.As. para irse finalmente el 10 de febrero de 1824. Por fin podía, entonces , reunirse el congreso. (……y pensar que los presidentes argentinos siguen usando el sillón donde puso el trasero Rivadavia.)



El frustrado regreso de San Martín


En el conflicto de la confederación con brasil, Inglaterra prefería que no haya triunfador y que la banda oriental fuera independiente para debilitamiento de ambos, quedando Inglaterra como árbitro en el Río de La Plata. Las provincias del interior querían terminar una guerra ya ganada, pero Rivadavia estaba mas interesado en sus negocios mineros con los ingleses, que en su patria, y prefiere que regrese el ejercito para imponer “la organización a palos” (Agüero) en el interior, aun a costa de ceder la banda oriental. Prevalecen las palabras del ministro Agüero de “la paz a cualquier precio”. Los federales piden el gobierno y que les dejen a ellos el peso de la guerra pero Rivadavia prefería perder la guerra y la banda oriental, antes que dejarle el gobierno a los federales, e instruye a García para que vaya a Río de Janeiro a terminar la guerra “a cualquier precio".

Fue un arreglo tan vergonzoso que ante la indignación popular Rivadavia intentó usar a García de chivo expiatorio y desconocer el arreglo, pero sumado al escándalo por saberse el negociado de la Mining, (denunciado públicamente, entre otros por Anchorena) se vio obligado renunciar. Luego, (resumiendo) el gobierno de Dorrego, que quiere seguir la guerra a toda costa, pero hasta el Banco de la provincia (manejado por intereses y accionistas ingleses) le niega todo crédito.

Regresado el ejército, Lavalle derroca ilegalmente a Dorrego y lo fusila (incentivado por unitarios como Del Carril y otros) En semejantes circunstancias llega San Martín (embarcado con el apellido materno) a Montevideo y se entera del fusilamiento de Dorrego.

San Martín es mal recibido, y Paz (gobernador interino) le escribe a Lavalle (que está en campaña): ”Calcule Ud. las consecuencias de una aparición tan repentina”.

Desacreditados los revolucionarios “Decembristas”, le ofrecen a San Martín el Gobierno, para “salvar la revolución con su prestigio”, pero San Martín se rehúsa a aceptar.

La propuesta de Lavalle queda en claro en carta que San Martin le envía a O´Higgins el 19 de abril, con copia de su respuesta:

“...su objeto era que yo me encargase del mando del ejercito y provincia de Buenos Aires y transase con las demás provincias a fin de garantir por mi parte y el de los demás gobernadores a los autores del 1° de diciembre (asesinato de Dorrego) …por otra parte los autores del movimiento del 1° de diciembre son Rivadavia y sus satélites y a Ud. le consta los inmensos males que estos hombres han hecho no solo a este país sino al resto a América con su infernal conducta. Si mi alma fuese tan despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres; pero es necesario señalarles la diferencia que hay de un hombre de bien, a un malvado…Digo a Ud. en la mía del 5 que para le próximo paquete (paquebote) de mayo me marcharía a Europa, pero lo certificaré en el que sale a fines de éste. Adiós otra vez, pro siempre su invariable San Martín” (Picianeli, Hector Juan. Op.Cit.)

Así se ponía nuevamente por encima de ese grupo de “iluminados”, y antes de alejarse
definitivamente, le dice a Iriarte:

“Sería un loco si me mezclase con estos calaveras. Entre ellos hay alguno, y Lavalle es uno de ellos, a quien no he fusilado de lástima cuanto estaban a mis órdenes en Chile y en Perú…son muchachos sin juicio, hombres desalmados…” (García Mellid, Atilio. “Proceso al liberalismo argentino”. Edit. Theoría. 1988) (JST.p.45)


Artículo extraído de: http://www.lagazeta.com.ar/

lunes, 11 de agosto de 2008

12 de agosto de 1806, dia de la Reconquista de Buenos Aires

Nuestro homenaje a 202 años de la Reconquista:
BATALLA NAVAL GANADA POR LA CABALLERIA
- 12 de agosto de 1806 -


Día grande fue para Buenos Aires aquel 12 de agosto! Quizá uno de los más gloriosos de su historia. Día en que la ciudad se encontró a sí misma y en que, con su hazaña, pudo medir la estatura del régimen pigmeo y caduco que la sojuzgaba y la de un enemigo colosal que un día pudiera darle un zarpazo de la traición. Doce de agosto de 1806. Día de la Reconquista.

Es una jornada gris, neblinosa y fría. Pero ya no llueve y ha calmado el temporal de días pasados. Los caminos de acceso a la ciudad han quedado intransitables: el de la costa, que viene de las Conchas; el del Alto, que trae de los corrales de Miserere; el de la Chacarita, de los Colegiales. ¿Y las calles? No obstante su elemental empedrado - o por su causa, quizá - son verdaderos pantanos. La ciudad, chata y triste, está encenagada.

Por todas las rúas confluentes a la Plaza Mayor son cauces por donde circula pesadamente una muchedumbre, armada a medias, pero poseída de un ímpetu contagioso y heroico. La encabezaban los obuses de los Miñones - hasta ayer no más pacíficos tenderos catalanes - y la artillería volante de Agustini. Detrás avanzan por las aceras y en fila india, los marineros franceses del corsario Mordeille y los de la escuadrilla de Montevideo. Y, por las calzadas, el turbión de las caballerías gauchas de los milicianos de Pueyrredón, de los dragones de Buenos Aires y La Colonia, de los Blandengues de la Frontera. Y civiles armados con cuchillos y añosos mosquetes y partasanas, exhumados de vaya a saber que desván familiar. Y chinas bravías que, cantando, pelean a la par de los hombres con sus navajas andaluzas o se dedican a volver a cargar los fusiles a los varones. Y burgueses, señorones, quinteros de Perdriel, reseros de Miserere colegiales, viejos y niños. Niños que, cuando no lanzan contra el enemigo cantos rodados con sus hondas cabreras, se deslizan agazapados por entre los heridos y muertos, vaciando sus cartucheras para reaprovisionar de proyectiles a sus padres y hermanos.

No hay obstáculos. Si los baches son profundos, aparecen vecinos que los colman con ladrillos sacados de sus propias casas. Los cañones son desencajados a la cincha de los redomones de los milicianos. Y si los caballos no pueden, ahí están cien brazos robustos que los arrastrarán.

Las casas, cerradas a cal y canto, enrejadas, hoscas, parecen casamatas. Unicamente abren sus puertas, de cuando en cuando, para dejar paso a algún herido o dar agua a los reconquistadores que, empapados de lodo, negros de pólvora y por sobre los cadáveres de sus amigos y adversarios, marchan hacia su destino.

Crepitan los fusilazos y el coraje. Tabletean las descargas cerradas. Truenan los cañones. Se suceden, clamorosas y agrias, las cargas a la bayoneta y los aludes de caballería. Ruge el pueblo en armas alentando a los heridos y remisos y desafiando al enemigo.

Por fin los chaquetillas rojas se retiran hacia el Fuerte. Nada ha podido contener el empuje avasallador de los reconquistadores. Ni los poderosos cañones de marina, ni los fusileros de Santa Helena, ni la fama del invencible Nº 71 de Highlanders, que ahora cede terreno, paso a paso, de espaldas a la Plaza en que entrara triunfante hace meses, al son de las gaitas nativas, bajo la lluvia y entre las miradas torvas de un pueblo humillado por una rendición sin pugna.

Y en pos del enemigo que recula, allá va el turbión porteño, entre estampidos, gritos, chasquidos y retumbos, mientras repican a rebato, como enloquecidas por un júbilo feroz, la campana del Cabildo ilustre y las de todas las iglesias de la ciudad. Es todo un pueblo que marcha peleando, cantando y jadeando, en pos del desquite de la vergüenza con que lo enfrentara el extranjero por la cobardía y la inepcia de un vejete ridículo, de dos o tres militares de sainete y de algunos pelucones ávidos que le hacían la corte. Doce de agosto, día lustral, bautismo de gloria. Día de anunciación.

En tanto avanza el pueblo victorioso, en la ribera del Plata tiene lugar un episodio extraordinario, sin duda el más característico de aquella jornada memorable.

En las primeras horas de la mañana, a poco de iniciar los reconquistadores, en el Retiro, su marcha hacia la Plaza Mayor, algunos barcos ingleses cañonearon, desde el río inmediato, a la columna que avanzaba por el camino del Bajo y calle del Santo Cristo hacia las barbacanas del Fuerte. Pero, como está visto que Dios es criollo, a consecuencias del huracanado viento de días anteriores, sobrevino una bajante extraordinaria de las aguas del Plata, con lo que las naves de Popham, que no pudieron retirarse a tiempo río adentro, vinieron a quedar en seco y varias de ellas debieron ser apuntaladas para no volcar.

Pero, si bien los cañones enemigos ya no eran de temer, podía esperarse un desembarco de los de la escuadra inerme, para proteger o reforzar a los británicos que se defendían en tierra.

- Alférez: Tome veinte paisanos de los míos y patrulle la costa. Si nota algún amago de desembarco, corra a avisarme.

- ¡Está bien, señor comandante Pueyrredón!

El oficial elige su pelotón. Son gauchos de las quintas: pañuelos atando las crenchas, chiripás y botas de potro. Lanzas de tacuaras con cuchillos por moharras. Algunos tienen sables o tercerolas. Pero todos, lazos, boleadoras y facón al cinto. Son de los vencidos de Perdriel, de los milicianos de Arze. De los que lloraron de rabia cuando, sin llegar a distinguir el color de la bandera enemiga, fueron entregados por sus jefes, reumáticos de piernas y baldados de coraje.

Los jinetes, a su vez, examinan a quien los ha de conducir: ¡Hum!

Un oficial de infantes, de ese Regimiento Fijo de militarcitos de palacio. Un jovencito de unos veintiún años con tan brillante uniforme que parece ir a un baile del Fuerte. Pero es cierto que es un hermoso pueblero de piel blanca, ojos profundos y cabello renegrido que se muestra bien plantado en un tordillo de mi flor. Insolente en su gesto y ambicioso en su ademán. Dicen que es de una familia principal de tierra adentro: de Salta. Habrá que verse qué tal se porta este lechuguino...

- ¡En marcha!

La patrulla pone sus cabalgaduras al paso y avanza escudriñando entre la espesa niebla que cubre la ribera. No se ve más allá de las narices. ¡Pero sí! ¡Hacia aquel rumbo que distingue la masa oscura de un buque!

Es cierto: a unas brazas de los juncales de la orilla se percibe un casco inmóvil: es el de la goleta “Justina”, que los ingleses arrimaran a la costa para hostilizar a los reconquistadores con los fuegos de sus veintiséis cañones, de sus cien fusileros de marina y de los veinte marineros de su dotación. La bajante la ha dejado en seco y ha quedado fuertemente escorada y por tanto, en imposibilidad de usar de su andanada.

Pero nada de eso saben los de la patrulla criolla. ¿Será una fragata? ¿O quizá un lanchón? ¿Tendrá muchos cañones? ¿Y cuántos soldados y tripulantes?

- ¡Qué importa todo esto, paisanos! Pero, por si a alguno le interesase saberlo, ¡lo iremos a averiguar sobre la cubierta misma del buque gringo!

Este razonamiento del alférez gusta a los gauchos. ¡Así hablan los hombres, qué caray!

El oficial desenvaina. Da una orden y traza un relámpago en el aire con su espada. Y el pelotón gaucho, sable o cuchillo en la diestra, se mete con sus caballos en el río.

Hostigados por los alaridos indios e improperios bien criollos, las bestias chapotean el agua que no les llega al encuentro. Los fusileros de la “Justina” rompen fuego graneado. Algunos asaltantes caen y sus pingos caracolean espumando el agua, pero sin abandonar al amo. Y el grupo continúa su avance a galope de carga.

Ya están junto al barco varado. Y entonces, aquellos paisanos que jamás han visto una nave de cerca, que se criaron en la pampa terrosa y seca, reciben la orden absurda, aunque esperada:

- Paisanos: ¡al abordaje!

Y la hazaña se cumple. Algunos de pie sobre el pingo. Otro, colgado de algún cable. Quien, gateando el casco y haciendo pie con el dedo gordo en los ojos de buey o en las junturas de la tablazón. Y todos trepando a la cubierta. Los ingleses deben dejar el fusil, por inútil, y tomar el hacha, el chuzo o el sable.

Los asaltantes están ya sobre la “Justina”. Se multiplican los duelos cuerpo a cuerpo en que los aceros se sacan chispas. Salen a relucir las boleadoras que machacan cráneos y manean defensores. Corre la sangre sajona que venciera en Trafalgar y la sangre nuestra, que rebulle por la hazaña primera.

Acosados por el ímpetu de aquellos locos, los ingleses pronuncian una palabra:

¡Rendición!

Marineros y fusileros son maniatados cuidadosamente con los lazos de los abordadores. El rojo pabellón arriado y reemplazado por el español. Los veintiséis cañones, clavados.

Y mientras algún criollo queda de guardia en la goleta apresada, el resto de la columna emprende gozoso su fluir hacia la Plaza, llevando en ancas a sus heridos y arreando en ristra, como salchichones, a sus ciento y tantos prisioneros, precedidos por el capitán inglés, su contramaestre y el condestable.

El alférez ha mostrado su pasta. Sus gauchos ahora le miran con respeto y algunos más indisciplinado y audaz le palmea y grita a sus compañeros:

- ¡Viva el salteñito! ¡Viva el rubilingo macho, paisanos!

Es que al gaucho siempre le han placido el valor desesperado, el ataque disparatado y la guapeada absurda.

Y en el día memorable, al caer el sol, cuando ya los marineros de Mordeille han recibido la espada de Beresford, el grupo de paisanos de Perdriel llega a la Plaza encharcada y jubilosa – en la que algunos gritan “¡Viva el Rey!” y muchos el entre amenazador y subversivo “¡Viva la Patria !” – con su alférez a la cabeza, llevando en el brazo el pabellón de la goleta cautiva y, detrás, la larga fila de prisioneros, confusos aún por aquel inconcebible abordaje a caballo de que han sido víctimas.

Liniers, radiante, bajo las arcadas del Cabildo, rodeado de sus jefes y de los graves regidores y miembros de la Audiencia, ve llegar a la extraña caravana. Y tras de escuchar el parte del alférez captor de la “ Justina”, le palmea diciéndole con tono entre ejemplarizador, justiciero y profético:

- Le felicito, “subteniente” Martín de Güemes: ¡usted llegará lejos!

Así fue el bautismo de fuego de un pueblo y de un hombre que habrían de obrar milagros.

Argüero, Luis Eduardo; Cielo al Tope; Historias Marineras

Articulo extraido de: http://www.lagazeta.com.ar/