viernes, 30 de octubre de 2009

Algunos “Patrióticos” pensamientos de masones “argentinos”

Esto fue extraído también del libro de Aníbal Rottjer “La masonería en la argentina y en el mundo”



1) la Gran Logia Nacional Argentina, después de haber manifestado “las cordiales relaciones existentes con los Grandes Orientes de España y de Francia” y haber extendido a su Gran Maestre saliente, Luis Salessi, en la asamblea general de 1928, "poderes para entablar negociaciones con Diego Martínez Barrio, Grado 33”; manifestó en 1931 su “fraternal alegría” por los sucesos peninsulares. En efecto, el 24 de junio de ese año, su Gran Maestre Eugenio Troise, leyó en su mensaje a las logias estas determinaciones tomadas por la masonería argentina: "La Gran Logia Nacional Argentina, reunida en asamblea resuelve: lº Enviar un voto de aplauso a la masonería española por la proclamación de la República, y 2º Incitarla para que por todos los medios mantenga bien alto el sagrado lema de libertad, igualdad y fraternidad. Además es una satisfacción para nosotros el saber que nuestro Garante de Amistad (Diego Martínez Barrio) ante aquel oriente es también miembro del actual gobierno provisional”. Este ilustre señor es el mismo que, el 10 de julio de 1959, agasajó en París a nuestro ex presidente provisional, general Pedro Eugenio Aramburu, durante su viaje por Europa e Israel.

2) El masón Juan Macé fundó, en 1866, la Liga de la Enseñanza, propulsora de las leyes que establecieron definitivamente el laicismo escolar en Francia, patrocinado por los masones Bert, Ferry y Buisson; y que el gobierno argentino – afrancesado y masónico – reprodujo en 1884 con Roca y Wilde a la cabeza, siendo el Gran Maestre de la masonería, del 1882 al 1886, Domingo Faustino Sarmiento. Siguiendo esta “línea marcada” por la masonería no resulta extraño que, en 1957, hayamos escuchado de labios de un alto jerarca del Ministerio de Educación de la Nación la siguiente expresión: "Mientras haya escuelas normales religiosas en el país será imposible la escuela laica en la Argentina”

3) El fundador del socialismo argentino, Juan B. Justo, decía en el Ateneo de Buenos Aires, el 18 de julio de 1898: “Veo que todavía cada pueblo tiene una bandera, y deseo que mientras la humanidad no tenga una, la Argentina flamee en estas tierras o sea, mediatizada a la roja marxista.

El socialista Enrique del Valle Iberlucea, miembro del senado nacional argentino, decía el 25 de enero de 1908 en el teatro Belgrano de Tucumán: “El hombre no tiene alma, no hay Dios, la religión es el cómplice de los burgueses y capitalistas, la propiedad es un robo, los sacerdotes son unos ogros que hay que degollar, el gobierno es el mal que hay que extirpar, el hombre y la mujer deben vivir en el amor libre”. Y el 1º de mayo de ese año añadía el socialista Gregorio Pinto en su discurso contra el ejército argentino: “El militarismo que defiende la Patria: ese baldón de ignominia sustentado por la soldadesca bajo el pendón azul y blanco del que nosotros renegamos y maldecimos. Nosotros tenemos otro emblema, el rojo, que por la violencia y la lucha que sintetiza, ha de redimir al mundo".

En 1921 Iberlucea – senador nacional en ejercicio – declaró que había que adherirse a la Tercera Internacional de Moscú sin restricciones de ninguna especie, propiciando la rebelión y sedición hasta producir el derrocamiento violento del régimen capitalista. Por tal motivo fue condenado judicialmente y expulsado del Senado y de las cátedras que dictaba en la Universidad y en el Colegio Central de Buenos Aires; pero la sentencia no le alcanzó, pues falleció tuberculoso el 30 de agosto de ese año. El socialista argentino, Mario Bravo, dijo algo más el 9 de junio de 1909: “He nacido en este país y no tengo otro título para llamarme argentino. Poco me aflige el pensar que hubiera podido nacer en otra parte. ¿Y qué valor tiene para mí, socialista, es decir, ciudadano de la Internacional, la bandera azul y blanca de este país? ¡Ninguno! La bandera argentina no es otra cosa que el símbolo político del gobierno que soporta esta comarca de la tierra. Mañana esta comarca puede pertenecer a la clase gobernante de los Estados Unidos y entonces tener otro gobierno, desde que no podemos dejar de tenerlo. ¿Es razón de cordura entonces que carguemos con todos los atributos y farolerías de la clase que gobierna? ¿Aceptaremos eso nosotros, los socialistas, que mañana revolcaremos las instituciones de esa burguesía con su bandera argentina, para suplantarlas con las instituciones sociales, con la bandera roja de la Internacional? Dejemos la bandera donde está, mientras el símbolo no estorbe. El proletariado no tiene por qué ni para qué colocarla al lado de su estandarte rojo de combate”.

Un correligionario – según testimonio de Emilio Lamarca – añadió en su discurso anarquista de 1909: “Trapo sucio que no ha de flamear donde sólo deben flotar al viento los pliegues del estandarte rojo de la anarquía”.

En la asamblea de nuestros socialistas de 1913 se propuso “suprimir la enseñanza de la historia patria en los primeros grados”, así se completaba el programa antinacional, a saber: que Dios no fuera la primera palabra aprendida sobre las rodillas de la madre, la Bandera la primera imagen, el Himno el primer canto y San Martín el primer nombre aprendidos en la escuela.

En 1899, en la célebre tenida del 28 de julio, el gran masón argentino José C. Soto había dicho: “Por sobre todas las creencias, por sobre todas las razas, por sobre todas las nacionalidades, de existencia bastante efímera, está el lema perenne e inmutable de la francmasonería: libertad, igualdad, fraternidad. Sobre la idea del amor al suelo en que se nace, está la idea de la “humanidad” que tiene como enseñanza la masonería universal.

Masónicamente hablando, hasta los sentimientos más íntimos, más delicados y más generosos de familia, de hogar y de nacionalidad deben callar cuando un “interés humano” llama a la masonería al cumplimiento de su deber”.

Tales son los sentimientos “patrióticos” de los masones argentinos y de sus entenados, los socialistas, de los cuales dijo el 3 de agosto de 1904, el socialista y masón Leopoldo Lugones, que desilusionado abandonó sus filas: “El socialismo fue y continuará siendo un partido extranjero”.

Ellos fueron quienes hicieron lo imposible para que fracasaran los festejos centenarios de 1910, manteniendo al país en una permanente revolución social terrorista.

“La Vanguardia”, órgano oficial del socialismo, cuyo director era el judío ruso-finlandés Enrique Dickmann, diputado nacional argentino, decía el 1º de agosto de 1913: “La patria, el patriotismo y la bandera son cuestiones respetables, pero secundarias; por encima del amor a un solo pedazo de tierra debe primar el amor hacia la humanidad. No nos importa que un pueblo subsista o no”. Tales expresiones y otros similares de sus correligionarios motivaron la renuncia al partido del doctor Manuel Ugarte, el 21 de noviembre de ese año He aquí sus motivos: “El partido socialista es enemigo de la religión y yo entiendo que debemos respetar las creencias de la mayoría de los argentinos. El partido socialista es enemigo de la patria y yo quiero a mi patria y a mi bandera”.

En octubre de 1920 el congreso del partido socialista estableció: “El socialismo es un partido de clase internacionalmente organizado, y el patriotismo sólo ha servido para extraviar al movimiento obrero de sus verdaderos intereses. Por tanto, los representantes socialistas en los cuerpos deliberativos de la Nación, se abstendrán de tomar parte en los actos de homenajes patrióticos”. Obedientes a la consigna, los concejales de Buenos Aires niegan su homenaje al caudillo Martín Güemes, el 17 de junio de 1921, al cumplirse el centenario de su muerte.

Más adelante veremos cómo la masonería argentina utilizó al partido socialista como cabeza de puente para hacer triunfar su ideario en las cámaras legislativas de la Nación.

4) El 15 de enero de 1958, por primera vez en la historia del Rótary argentino, un presidente de la Nación asistió al almuerzo ritual de los miércoles, servido en el Plaza Hotel de Buenos Aires.

El vicepresidente lo hizo al mes siguiente, el miércoles 12 de febrero. En tal ocasión, el contraalmirante Isaac Rojas dijo: “...Soy un convencido del bien que hace a la humanidad la organización a que ustedes pertenecen...”; y el general Pedro Aramburu – al ser declarado miembro honorario del Rótary por su gobernador metropolitano, doctor Guillermo Garbarini Islas – expresó lo siguiente: “...Conozco los altos fines que persigue esta institución y por ello he sentido una gran satisfacción cuando se me ha invitado a concurrir a esta comida de camaradería... Ojalá, señores, pudieran multiplicarse en el país instituciones de la naturaleza del Rótary Club, porque de ellas emana una fuerza espiritual tan extraordinaria que, en realidad, son el puntal, la garantía más segura para la democracia y la libertad...”

EI 8 de abril de 1959 el ex presidente provisional, Pedro Aramburu, es despedido, en reunión secreta, por el Rótary Club de Ramos Mejía, antes de emprender viaje a Europa. Presidía la mesa, como invitado de honor, el señor Drysdale, Gran Maestre de la masonería argentina y agente confidencial de S.M.B. El homenajeado se hallaba a su derecha revestido – según algunos cronistas – con su mandil reglamentario, correspondiente al grado 33."

Fotos: Los masones Rivadavia, Roca, Sarmiento, cuya caracteristica comun fue su servilismo al imperio inglés, lo que se explica por la historica alianza que existio entre dicho imperio y la masonería durante todo el siglo XIX hasta mediados del XX.

Respuesta nacionalista.

martes, 20 de octubre de 2009

La infiltración del peronismo

Seguramente al leer el titulo de este post el inconsciente los remita a la década del 70, cuando el marxismo de la mano de “montoneros” logra parcialmente infiltrarse en el Justicialismo. Sin embargo este no es el tema del que trata este post, sino de de unos cuantos años antes, de las primeras presidencias de Perón. Para enterarse de que estamos hablando lean el siguiente segmento de un artículo extraído de la enciclopedia virtual “Metapedia” sobre la masonería, y vean como se aclaran situaciones que ignorando el accionar de esta secta parecerían incomprensibles.

Respuesta nacionalista.

La actuación inicial del general Perón, especialmente la de Eva Perón en Argentina, paralizó a los judíos masones y a sus hermanos comunistas. El régimen justicialista de Perón consigue sacar al pueblo argentino, por un tiempo, de las garras judías que disponían tanto del gobierno como de la vida económica del país. Después de haber perdido la lucha política en Argentina por medios legales, los judíos masones recurrieron a la infiltración en el gobierno peronista, para destruir al régimen desde el interior. Mientras la judería no había conseguido esa infiltración, toda la prensa judío-masónica del mundo atacaba a Perón y especialmente a Eva Perón, calificando su régimen como "dictadura". Muerta Eva Perón y conseguida la infiltración, la judío-masonería cambió de táctica y Perón fue tratado con cierta suavidad. El objetivo perseguido era provocar un conflicto interior empujando al régimen a una política extremista, bajo el pretexto de que ella estaba acorde con las necesidades del pueblo. Así llegaron los judío-masones a poner en conflicto al régimen peronista con la Iglesia Católica. El papel principal en esa sucia jugada fue desempeñado por el judío Eduardo Vuletich, comunista ex miembro de las brigadas internacionales en la guerra de España, que había llegado a jefe de la Confederación General Argentina de Trabajo, secundado por el judío Abraham Krislavin, subsecretario del Interior, "consejero" de Ángel Borlenghi, titular de ese ministerio. Bajo el "camuflaje" de "proposiciones justas" necesarias al bienestar del Estado, la banda judío-masónica de Vuletich consiguió que aceptara el régimen peronista, en un intervalo de siete meses entre 1954 y 1955, casi todo el programa secreto de la masonería, dirigido contra la Iglesia y las instituciones cristianas, especialmente católicas, para destrozar la influencia de la Iglesia en la vida particular de los cristianos.
El programa judío-masónico propuesto por la banda de Vuletich y aceptado inconscientemente por los peronistas, fue:
legalización del divorcio y autorización de nuevo casamiento para los divorciados. (La separación de cuerpos sin disolución del vínculo puede ser necesaria en ciertos casos; pero no debe olvidarse que esa libertad ilimitada que permite a cada uno que se divorcie y contraiga otro matrimonio cuando quiera, ha traído la inestabilidad de la familia cristiana. El 40 por ciento de los matrimonios norteamericanos, por ejemplo; son deshechos cada año por divorcios "legalmente" acordados, y de ese modo la familia cristiana pierde su sentido y los judíos son los únicos interesados en esto).
Restablecimiento de la prostitución legalizada en toda la Argentina.
Supresión de la enseñanza obligatoria de la religión cristiana en los colegios públicos y supresión de las subvenciones del gobierno a las escuelas católicas. (Medida perseguida por los judío-masones y los judío-comunistas en todo el mundo con el propósito de ateizar a la juventud cristiana, haciendo más fácil su desmoralización y anulación como fuerza defensiva).
Determinación de que cinco días de grandes fiestas religiosas cristianas, reconocidos en toda Argentina, sean declarados laborables. (Los judío-comunistas han declarado días laborables, incluso los de Navidad y Pascuas, en los países subyugados).
Que la Iglesia pague impuestos sobre bienes raíces y otros. (Eso para dificultar o hacer imposible el funcionamiento de las instituciones públicas como escuelas, hospitales, asilos, etc., mantenidos por la Iglesia Católica con sus propios ingresos).
Prohibición de las manifestaciones, procesiones y concentraciones religiosas al aire libre, sin el permiso de la Policía.
Presentación de una moción, por el judío Eduardo Vuletich, para que fuera enmendada la Constitución Argentina, separando a la Iglesia del Estado, cuando la Iglesia Católica había sido la oficial del Estado desde que Argentina se separó del imperio español. La oposición de los católicos a esas medidas les atrajo persecuciones e injurias de parte de la policía, que recibía órdenes del subsecretario del Interior, el judío Abraham Krislevin. Esa situación no podía continuar por mucho tiempo sin producir disturbios internos y la judío-masonería había calculado bien los efectos de su actuación.
La sublevación militar de junio de 1955 acabó efectivamente con el régimen de Perón. Los sublevados fueron militares católicos, movidos como piezas de ajedrez, y los que se aprovecharon fueron los judío-masones y los judío-comunistas, que incendiaron las iglesias cristianas y obtuvieron nuevas libertades políticas. Durante los disturbios de junio de 1955 en Buenos Aires, fueron detenidos como participantes en el desorden muchos comunistas y judío-masones notorios, entre ellos el dirigente radical y "periodista" (traidor) David Michcl Toríno, y los diputados Santiago Mudelman y Emilio Mercader. La caída del régimen peronista fue triunfo de la judío-masonería y del comunismo aunque la mayoría de los revolucionarios fue católica.
Fuente: Metapedia